ENTREVISTA al parlamentario andaluz del PP, Antonio Garrido Moraga, acompañado por la también parlamentaria por el mismo partido, Ana Rico: “Soy un textólogo”

garrido_moraga.jpg14/07/10. Sociedad. A la entrevista concertada por EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com con el parlamentario andaluz y responsable de cultura del PP-A, Antonio Garrido Moraga, acude de forma imprevista la también parlamentario andaluza por el PP Ana Rico...

ENTREVISTA al parlamentario andaluz del PP, Antonio Garrido Moraga, acompañado por la también parlamentaria por el mismo partido, Ana Rico: “Soy un textólogo”

garrido_moraga.jpg14/07/10. Sociedad. A la entrevista concertada por EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com con el parlamentario andaluz y responsable de cultura del PP-A, Antonio Garrido Moraga, acude de forma imprevista la también parlamentaria andaluza por el PP Ana Rico, que está presente durante todo el encuentro. Las interrupciones de Rico en el diálogo son constantes. No interviene para corregir o matizar lo dicho por su compañero y amigo, sino para reforzar sus aseveraciones. Brevemente, como una especie de eco o reverberación de apoyo, Rico se adelanta o repite las últimas palabras que pronuncia Garrido Moraga en varias ocasiones. Cuando han transcurrido veinte minutos de entrevista y la conversación gira en torno a la figura de la ex alcaldesa de la ciudad, Celia Villalobos -que tuvo a Rico y Garrido de concejales de su gobierno en el Ayuntamiento de Málaga- la parlamentaria llama a la ex ministra de Sanidad: “Estamos en el hotel Larios, vente para acá” le dice. “Sí, sí, que se venga” añade Garrido a mitad de una respuesta.

LA presencia de Rico, sin ser incómoda, resulta extraña, en el minuto 30 de grabación, EL OBSERVADOR intenta obtener alguna explicación.

UNA pregunta para Antonio, pero también para usted, Ana. Sin acritud, como decía Felipe, ¿cómo es que ha venido aquí? La entrevista era con Antonio.
AGM. La casualidad, que íbamos hablando con el móvil sobre la comida del lunes y hacía tanto calor, que le he dicho que yo iba a hacer la entrevista aquí en el Hotel Larios y dice, pues me paso.
AR. Y yo le he dicho, ‘estoy en calle Larios, cuelga el teléfono y nos vemos allí’. Ya está.

LA primera media hora de charla ha girado en torno a la política y a la carrera del entrevistado. Con un currículum vitae insultantemente largo y repleto de títulos si lo comparamos con el resto de los mortales (profesor titular de Filología Española de la Universidad de Sevilla. Profesor titular de Filología Española de la Universidad de Málaga. Profesor titular de Periodismo de la Universidad de Málaga. Crítico literario. Teniente de alcalde de Cultura y Turismo del Ayuntamiento de Málaga. Director del Instituto Cervantes de Nueva York. Académico correspondiente de la Real Academia de San Telmo de Málaga. Académico numerario de la Academia Norteamericana de la Lengua Española. Académico correspondiente de la Real Academia Española. Catedrático visitante en las universidades de Duke y Dickinson, Estados Unidos. Profesor invitado en las Universidades de Bérgamo, Milán, Passau, Tours, Bucarest, Atenas… hasta una biblioteca de Alhaurín de la Torre lleva su nombre) Garrido Moraga asegura que la medida de su ego “hace mucho tiempo que está cubierta, cuando gané la Cátedra de Instituto. Mi vocación desde que tengo memoria es ser profesor de Lengua y Literatura”.

HA habido tiempo de reivindicar el trabajo de reconstrucción arqueológica que realizó en la sede del Instituto Cervantes de Nueva York que, como le dijo al príncipe Felipe, le costó la melena y de la que conserva las dos portadas que le dedicó al asunto el New York Times, una primera criticando la obra y otra segunda elogiándola una vez finalizó.

TAMBIÉN ha hablado del apoyo que prestó al ex alcalde del PSOE en Málaga, Pedro Aparicio, y ha explicado que debe su querencia al Partido Popular, a la única persona a la que debe algo, Celia Villalobos, a quien quiere, respeta y admira, “más allá de la relación del partido tenemos una relación personal de amistad de verdad”.

A
pesar de que Garrido Moraga ha pronunciado algunas frases interesantes -“en la política se miente como se miente en todas partes”; “el peligro de Málaga 2016 es crear desde la nada. Además de ser falso es una injusticia”; “jamás he recibido en el PP una consigna del tipo esto tienes que hacer o esto no tienes que hacer”- lo cierto es que como político, el responsable de Cultura del PP es predecible y apenas si se sale del guión. De hecho hay dos Garrido Moraga, el político que cumple su papel y se refrena con oportuna prevención en sus respuestas. Y el Garrido Moraga de los libros. En opinión de EL OBSERVADOR el auténtico Garrido Moraga. Es cuando se toca la literatura cuando aparece el constructor de metáforas y diseñador de símiles. En este terreno apabulla porque se tiene la sensación de estar hablando con una biblioteca andante, con alguien que más que leer libros, los fagocita -le gusta recordar que lleva 22 años publicando semanalmente una crítica literaria en diario Sur-, por eso, una vez aclarada la presencia de Rico, el periodista decide transitar por terreno amigo y la entrevista se convierte en un diálogo en el que los libros llevan a la política.

HABLEMOS de libros, ¿Ha leído ‘Entrevista con la historia’, de Oriana Fallaci?
Sí, muy superficial.

¿‘EL Capital’?garrido_moraga1
Un plomo de libro.

¿
‘MEIN Kampf’?
He leído fragmentos, como creo que ha leído todo el mundo, pero creo que es deleznable. Deleznable por el mensaje y además muy mal escrito.

¿
LA Biblia?
Por supuesto.

¿EL Corán?
Sí, sí, además tengo un Corán preciosísimo que me trajeron de El Cairo. Le tengo mucho cariño a ese ejemplar.

LOS tres libros fundamentales son la Biblia, El Capital y Mein Kampf, decía Nicanor Parra
No, no, no, de esos tres libros te cargas ‘El Capital’, y te cargas el ‘Mein Kampf’, que es puramente anecdótico.

ES lo que decía Nicanor Parra.
Y tendrá su opinión como yo tengo la mía. Desde luego, por encima de todos la Biblia, y no por una cuestión religiosa. Tenga en cuenta que las utopías -y ‘Mein Kampf’ es una utopía, y ‘El Capital’ es otra utopía- son disidencias del cristianismo. El cristianismo es la única religión que permite la disidencia. Mire como en el Islam no se da esta disidencia. Ni se da en las religiones de Oriente.

NO estoy de acuerdo. En el Islam sí que hay disidencia. Hay diferentes escuelas. Es mucho más interpretado el Corán que la Biblia. No tienen nada que ver el Islam de Marruecos, con el de Jordania, con el de Arabia.
Básicamente todo el Corán tiene una cosa en común. Efectivamente hay corrientes. Pero fíjese que del cristianismo ha salido el capitalismo, la moral burguesa, el marxismo, como disidencias del cristianismo, todo son utopías. La Biblia, en realidad, está por encima. Para mí por lo literario. En la Biblia hay textos sublimes. El Cantar de los Cantares ya supera absolutamente todo lo que han escrito aquel loco y el otro. Pero después está la Biblia como informador de una cultura, como informador de una filosofía. Los cristianos tuvieron la suerte de tener a un señor que se llamaba Pablo, que fue el que la hizo universal. Si no llega a haber sido por el tal Pablo de Tarso, pues se hubieran quedado allí discutiendo eternamente sobre si prepucio o no prepucio, sobre si aceptamos gentiles o no. Hay una suerte, Pablo, que es el que hace de enlace con el mundo grecorromano, que el cristiano asume y del que se convierte en su heredero.

¿POR qué dice que ‘Entrevista con la Historia’, de Oriana Fallaci, es superficial? Es un libro que leí en la facultad y que estoy releyendo ahora mismo, por esto de hacer entrevistas. No me parece superficial en absoluto. Son entrevistas maravillosas, profundas.
Con superficial quiero decir que a mí, cuando leo historia, me gusta por deformación más el ensayo. Ella era una escritora extraordinaria, con un manejo de la prosa, un ingenio…

Y sobre todo, demuestra un valor y una capacidad de análisis -venía leyendo ahora la entrevista del emperador etíope Haile Selassie, o la del Sha de Irán, Mohamed Reza Pahlevi- y ofrece una imagen de esa época (1970-1975) muy personal, genial.
Ella era un genio, y era libre lo primero, lo cual es mucho. Y escribía admirablemente. Yo con superficial me refiero al análisis histórico como tal. Me gusta más lo académico, por deformación soy así.

¿LEE más literatura o libros de historia?
Leo una proporción de 70% literatura y 30% de historia. Y analizo. Yo realmente soy hijo de, como muchos otros, Antonio García Berrio y Pilar Palomo. Somos teóricos. Nos dieron unos instrumentos, como en medicina, para desmenuzar el lenguaje político, el texto literario. Somos textólogos, personas dedicadas a analizar textos. Cada persona tiene una pasión, o varias, yo he tenido toda mi vida una pasión. Desde que tengo memoria son los libros. Me he cambiado muchas veces de casa, pero no por nada, porque ya no me cabían libros. Todo está en los libros.

ENTRE la literatura y la política el punto de conexión más evidente es el discurso político, parlamentario. Creo que existe la creencia, cuando uno lee los discursos de la II Republica por ejemplo, que había un nivel intelectual que, comparado con lo que nos encontramos hoy en día, da la sensación, a veces la evidencia, de que el nivel del discurso ha bajado hasta límites groseros y feos. Creo que antes se discutía más elegantemente, más cortésmente, ¿usted lo ve igual?
En la vida parlamentaria universal después de la Segunda Guerra Mundial se produce un fenómeno lento, pero continuo, que es la especialización. Si usted coge la composición de las Cortes en el siglo XIX, en la Restauración, verá que hay muchísimos escritores. Periodistas y escritores lo que más había, hoy no. No hay. Periodistas en ejercicio en el Parlamento andaluz hay uno. Y yo que soy profesor, que vengo de Filología Española. Las composiciones son completamente distintas. Antes era una extracción más del mundo académico, más del mundo literario. Pérez Galdós fue parlamentario, Juan Varela fue senador, Martínez de la Rosa fue presidente del Consejo, Azaña qué le voy a contar, don Antonio Canovas para qué vamos a hablar. Es decir, que entonces hay una serie de grandes primeros espadas. Y eso hoy se ha perdido. Pero también se ha perdido por otra razón. Porque antes, por ejemplo en la República, no se podía leer en tribuna. Podías llevar una fichita con cifras, pero no podías llevar el texto escrito. Y el texto escrito te ata una barbaridad. Entonces claro, qué ocurre, que el nivel ha bajado, pero es que ocurre que también el nivel cultural ha bajado. Ha bajado en todo el mundo.

UN segundo, porque aquí hay que especificar un poco. ¿Ha bajado el nivel de los políticos? ¿Ha bajado el nivel de la sociedad?
¡El nivel de la sociedad, absolutamente!

LO dice con los niveles de alfabetización actuales comparados con los que de la época con las que estamos hablando.
ana_ricoDecimos unas mentiras gordísimas y nos quedamos tan panchos. ‘La generación mejor preparada’ ¿Pero eso qué es? ¿La generación mejor preparada? ¡Si no saben leer un texto, no lo entienden! En mis años de universidad lo he podido ir viendo, y sigo dando conferencias, es decir, que no me he desvinculado del mundo académico. Mire usted: los niveles por los suelos. ¡Por los suelos! Pero no aquí, en todas partes. Lo he notado en Alemania, lo he notado en Francia. Entonces usted qué quiere, ¿que la vida política esté al margen totalmente de la sociedad? Esto es lo que hay.
A.R. Lo que le quiere decir Antonio yo creo que es eso, que la vida parlamentaria es un reflejo de la sociedad.

TAMPOCO estoy de acuerdo. La política, creo, debe tener un sentido ejemplarizante, un sentido estimulante y muchas veces lo que nos encontramos -hablo en sentido generalista- son gestos groseros. Es como cuando llevaron unos niños, escolares, al Congreso y vieron que los diputados gritaban, silbaban, pataleaban, y uno de ellos dijo ‘Si es que hacen precisamente lo que nos prohíben nuestros padres’. Quiero decir, la política debe ser estimulante, estamos hablando de las élites de una sociedad.
Pero hay unos hábitos parlamentarios. La gente se escandaliza ahora, pero vamos a coger los diarios de sesiones de finales del sigo XIX y comienzos del XX y se va a enterar usted de los que vale un peine, de lo que se decían de un lado a otro. Vámonos a la Cámara de los Comunes británica, que es la catedral. Usted sabe que allí se tiran los papeles. En el Bundestag alemán golpean el banco. Es que en Alemania cuando una clase te sale bien no te aplauden, patean el suelo. La primera vez que terminé una clase y empezaron a pegar porrazos en los pupitres, me asusté.
A.R. Claro.
Y me dijeron no, no, éxito inmenso. Allí cuando un profesor triunfa pon, pon, pon. Yo creo, honestamente ¿le doy mi opinión? Conozco un poquito el tema, que es bueno recordar una anécdota como la famosa de Gil Robles, que no era un hombre muy alegre que digamos. Un diputado le estaba diciendo ‘porque usted es un inútil, porque usted nosecuántos, porque usted nosequé, porque usted es un cursi, que usted utiliza calzoncillos largos’. Y Gil Robles se levantó y dijo ‘señoría, qué indiscreta es su esposa’.

SÍ, SÍ.
Eso hoy no se da en el Parlamento.

A.R.
No se da.
Es impensable, imposible hoy.
A.R. Te cuesta el puesto.
En los parlamentos se ha llegado a amenazar de muerte.

ANTES de la Guerra Civil, justamente.
El primer discurso de Pablo Iglesias…, es que yo admiro al PSOE en muchas cosas, y una de ellas es por su falta absoluta de complejos. Y su absoluta laguna histórica. Están celebrando ahora el primer discurso de Pablo Iglesias. ¿Qué es lo que dijo en el discurso? Uno, que ellos no eran demócratas. Dos, que utilizarían la democracia siempre que les viniera bien. Y tres, que al señor que había allí, que era don Antonio Maura, había que matarlo. A los pocos días le hirieron gravemente en Barcelona. A ver si me entiende. ¡Si hoy lo máximo que se puede decir en el parlamento es un ‘oiga usted’! Los parlamentos actuales son de pacotilla en ese sentido. Somos unos caballeros comparados con lo que había antes. ¿No ha visto en Japón que se pegan?

BUENO, el Parlamento andaluz es conocido fuera, sobre todo, y pese a todo, porque un día se reían a carcajadas todos los parlamentarios.
Eso, creo, es una desgracia.

¿QUÉ se conozca por eso?
A.R. Exactamente.
Sí, porque se utilizó para reafirmar los tópicos de una Andalucía muy poco seria en la que hasta sus diputados se ríen a carcajadas.

ESO desde fuera, desde dentro, resultó como algo muy humano, ¿Cuándo te ríes más? Justo cuando no puedes.
Pero la repercusión que tuvo… Pero, ¿un político qué es: un señor de la calle? 
A.R. Tienes que guardar ciertas formas.
Evidentemente tiene que ser transparente, honrado, ejemplarizante como usted dice.

Y muchas veces la imagen, y lo que se traslada, es que el político está alejado de la calle.
Problema para ese señor.

HA dicho antes que los últimos años de Pedro Aparicio no le gustaron. Le voy a pedir una comparación entre esos tiempos de Pedro Aparicio y lo que está sucediendo ahora en Málaga con Francisco de la Torre. ¿Cree que hay ciertos síntomas de cansancio similares?
No lo creo, sinceramente. Paco de la Torre no ha engañado nunca a nadie, en el sentido de que él siempre es así. Le conozco de toda la vida, no sólo de la política. Yo he tenido el honor, y lo digo, el honor de que su mujer, Rosa Francia, me diera clases de Latín, y obtuve matrícula de honor en primero, y matrícula de honor en tercero. Fue una de las mejores profesoras que yo he tenido en mi vida. Y de las personas más sabias, en su ámbito evidentemente, que he conocido en mi vida. Y yo a Paco lo conozco de toda la vida y siempre ha sido así. A unos les podrá gustar y a otros no pero no ha engañado a nadie.

ANTONIO, que no ha engañado a nadie, viendo lo que ha pasado con el cine Astoria, cuando dijo en el pleno sobre el Estado de la Ciudad que tenía un acuerdo firmado y salía la otra parte diciendo ‘pero si no ha hablado conmigo’… Creo que sí que ha engañado a alguien.
Mire. Conozco a Paco muy bien, sinceramente, lo conozco muy bien. Yo no digo que la otra parte mintiera. Posiblemente en Paco pueda el deseo, pero él se habrá reunido con estos señores, habrán llegado a algún, no diré acuerdo, pero no desacuerdo. Es decir, Paco no engaña a nadie, créame. Podrán votarle o no, eso es distinto. Es una persona profundamente honrada, lo cual no quiere decir que no se pueda equivocar. He trabajado con Paco, a mí me hizo portavoz.
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ERA usted el que mejor hablaba ¿no?
Bueno… yo, no sé.

CIERTO que eso estaría mal que lo dijera usted.
En los meses que yo estuve, Paco se comportó conmigo exactamente igual que Celia. Tengo una amistad con ellos de toda la vida y la voy a seguir teniendo siempre. Paco no se cansa. Es muy curioso. A lo mejor te cita a las siete y media de la mañana, claro porque aprovecha, se va a nadar. Paco cansa a todos los que tiene alrededor, pero él no se cansa.

QUE cansa a todos los que tiene alrededor es cierto y estoy de acuerdo.
Físicamente hablando.

NADIE está cuestionando su capacidad de trabajo. De hecho, muchos días EL OBSERVADOR se lo cruza de camino al trabajo.
Es un deportista nato, ha nadado siempre.

SÓLO hay que verle en la travesía del Puerto…

CUANDO el periodista apaga la grabadora, Garrido Moraga advierte: “No me ha hecho usted la pregunta que estaba esperando que me hiciera”. Con la grabadora de nuevo encendida, la conversación se retoma.

¿QUÉ pregunta le gustaría usted que le hiciéramos?
Pues qué libro estoy leyendo ahora.

¿QUÉ libro está leyendo ahora?
Pues mire ha sido para mí una revelación, un descubrimiento, es de un italiano, Salvatore Satta, y se llama ‘El día del juicio’ publicado en Anagrama. Es un prodigio. Decía Miguel Delibes que se aprendía a escribir de dos maneras. Una, como él aprendió, con la Ley de Procedimiento Administrativo, cuya prosa, decía Delibes, era impecable, y otra, haciendo esquelas, por el laconismo, la disposición de las ideas. Satta es uno de los grandes juristas italianos del siglo XX. Dedicó su vida a hacer una obra descomunal, un comentario a la Ley de Procedimiento Civil, cuando se jubila y deja la Universidad de Roma empieza a rememorar su infancia en la isla de Cerdeña y le sale un libro entre ‘El Gatopardo’ de Lampedusa y las autobiografías de los existencialistas. El libro es la leche y demuestra claramente que fuera del Mediterráneo poquito, poquito.

ESO habría que discutirlo. Me gustaría preguntarle por un autor que es el gran descubrimiento de los últimos años, Manuel Chaves.
Sí, sí… (Antonio Garrido duda)

ERA periodista, muy interesado en política, no sé si ha leído…
Cuál de ellos, es que ahora no caigo.

A mí me parece maravillosa la biografía de Juan Belmonte.
¡Hombre claro! ¡Chaves Nogales! ¡Leche! ¡Chaves Nogales! Es que al decirme Manuel Chaves me he puesto a pensar.
A.R. En el inefable…
En el de Diputación… (Antonio grita, se exaspera, agita los brazos, marca sus palabras con una vehemencia furiosa que resulta divertida) Manolo Chaves, del que acabo de leer, y voy a publicar la crítica, un libro prodigioso, ‘La caída de Francia’, que acabo de leer hace cinco días. ¡Manuel Chaves Nogales! Bueno es... el libro de Belmonte es la biografía más maravillosa que se ha hecho de nadie.

¿HA leído…
Todos, todos, todos. Los he leído todos. Y demuestra claramente una cosa, que en España como en todas partes pero aquí más, no se puede tener un sentido liberal, abierto respetuoso. Se tuvo que ir en el 37 porque o los unos o los otros…, mire que él era el director del periódico de Azaña, de izquierda republicana, Y muere en Londres, tan joven, qué tristeza.

PODRÍA haber sido el mejor escritor español del siglo XX.
Posiblemente, posiblemente, bueno yo, es pasión, pasión. He ido reuniendo sus obras a medida que se han ido publicando. Es un prodigio. Esos relatos de la Guerra Civil, por eso, el pobre mío, porque era una persona…

MIENTRAS habla, más bien declama, Antonio Garrido Moraga se levanta por primera vez de la butaca. Por la espalda aparece en escena Celia Villalobos, que entra en la cafetería desierta del Hotel Larios, sudorosa y acalorada. “Vengo corriendo, no veas qué calor”. EL OBSERVADOR  apaga la grabadora, esta vez definitivamente.

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