La Gerencia Municipal de Urbanismo denegó a la letrada Inmaculada Gálvez intervenir en su azotea por el grado de protección del edificio, la misma que tiene el de Banderas. ¿Dos leyes o dos ciudadanos diferentes?

27/11/14. Sociedad. La abogada Inmaculada Gálvez vive en el centro de Málaga, en un edificio de calle Cister. Muy cerca de su casa, en calle Zegrí, el actor Antonio Banderas se ha comprado un ático para pasar temporadas en Málaga. La letrada pidió permiso a la Gerencia Municipal de Urbanismo del Ayuntamiento para hacer obras en la terraza de su casa y convertirla en una ‘azotea verde’ con plantas.

SE las prohibieron porque la vivienda tiene un grado de protección arquitectónica muy alto. A Banderas en cambio le permiten hacer todas las reformas que quiere, incluida una piscina y un ascensor privado a su ático, aunque su casa tiene la misma protección que la de Gálvez. Tras denunciar este hecho discriminatorio, la abogada fue ‘presionada’ desde el entorno cofrade por haberse permitido ‘molestar’ al consagrado actor malagueño. ¿Dos mundos, dos leyes, dos ciudadanos diferentes…?

INMACULADA Gálvez remitió un escrito a la Gerencia de Urbanismo por el que se personaba “en el expediente de otorgamiento de licencia para la reforma y rehabilitación de la vivienda sita en la última planta del edificio de calle Zegrí número 2”. Poco después fue reprendida por personas del entorno cofrade.
EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com señala que ese ático es el que se ha comprado el actor Antonio Banderas en pleno centro de la capital, a través de la sociedad que gestiona su hermano Francisco Javier Bandera: Glassmore Investments.

DESPUÉS
de insistir en sucesivos escritos, la Gerencia Municipal de Urbanismo (GMU) cedió y permitió a la letrada acceder al expediente O.M. 107/2013 de Banderas. Fue el pasado mes de mayo, el mismo mes en el que la propia GMU remitió a Gálvez una serie de explicaciones. Pero no la han convencido. El actor internacional está haciendo obras en la azotea de un bloque que tiene la máxima protección arquitectónica, de Grado I. Además, podrá hacer uso de esa azotea gracias a la cesión de su uso por parte de la comunidad de vecinos, que preside, según El Mundo, Pablo Atencia, “vinculado de siempre a la Cofradía de Estudiantes y hermano del vicepresidente de Unicaja, Manuel Atencia” (AQUÍ).


GÁLVEZ
ha llegado a recibir presiones por haber interpuesto una denuncia por las obras que se están llevando a cabo en Zegrí. Una persona próxima al entorno cofrade la reprendió. “No me preguntes ni quién me lo ha dicho ni por quién me he enterado, pero me han dicho que has puesto una denuncia por las obras que está llevando a cabo Antonio Banderas en la vivienda que se ha comprado en calle Zegrí”. (…) “Como les hagas esto te vas a enterar, y además, ¿qué vas a conseguir? ¿Tener una sentencia a tu favor y que no pase nada?”.

LA abogada pretendía en un primer momento instalar en la azotea del bloque en el que reside, en calle Císter, un “techo verde”, compuesto por plantas, macetas y placas solares. Es algo que plantea el Plan Especial de Protección y Reforma Interior (PEPRI) del Centro como recomendable, a expensas de lo que ahora pueda decir el futuro documento (del que el Consistorio ya ha presentado un avance). Gálvez solicitó información a la Gerencia ante la posibilidad de hacer esta instalación, pero desde el departamento municipal le negaron la posibilidad de crear una azotea verde allí. La letrada llegó a aportar un estudio redactado por arquitectos “para la rehabilitación energética de cubierta mediante sistema de cubierta verde y captadores de energía solar”. Gálvez justifica que ese documento, no válido para la concesión de licencia, lo adjuntó para fundamentar la necesidad de un cambio de normativa, según consta en una denuncia que la letrada envió a la Fiscalía Provincial por delitos contra la ordenación del territorio, el patrimonio histórico y el medio ambiente, pero que no prosperó.

EN este texto, que recoge de forma cronológica todos los hechos, explica que Urbanismo le volvió a dar el no, por lo que envió entonces otra carta, esta vez a los concejales del distrito Centro y de Urbanismo, instando a “adecuar la normativa urbanística” a fin de no incurrir en la contradicción de recomendar cubiertas y azoteas verdes e impedírselas a los vecinos del Centro Antiguo. La respuesta de la Gerencia, en esta ocasión, fue negarle la licencia y cobrarle las tasas municipales correspondientes.


POR
ello, Gálvez exigía las explicaciones a Urbanismo sobre por qué Banderas hace obras en un inmueble protegido y ella no puede. Las tiene, pero, como ya se ha dicho, no la convencen. Un informe del Servicio Jurídico Administrativo de Licencias explicó que la fachada del inmueble presenta desperfectos, y así justifica “la redistribución interior, la dotación de nuevas instalaciones y la modificación de solerías, revestimientos y acabados”. “Así mismo, se contempla la construcción de un nuevo casetón de acceso a la cubierta, puesto que el existente ha sido destinado a alojar toda la maquinaria de climatización de las viviendas”.

EL casetón de acceso es para un ascensor que conecta directamente con la residencia del actor, de modo que así Bandera cuenta con un acceso independiente y distinto que del resto de sus convecinos. Además, en la licencia plantea instalar toldos y una “lámina de agua” en esta azotea.

EL servicio de Urbanismo continúa explicando en este texto, fechado el pasado 15 de mayo, que mientras que el edificio en el que hace obras Banderas cuenta con una “cubierta plana original, no inclinada” porque se trata de un edificio de los años cincuenta, la construcción del casetón y el resto de intervenciones “no modifica sus características estructurales, tipológicas y ornamentales, y mantiene su configuración externa, tal y como mantiene el PEPRI Centro”. A Gálvez le reprochan y explican que su intención, construir una cubierta verde con motivos ajardinados y placas solares, es irrealizable puesto que cuenta con una cobertura inclinada. Sin embargo, la abogada se defiende recordando que cuenta con una terraza plana a la que, de hecho, es la propia abogada la que se ve obligada a subir periódicamente a limpiar.

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