Decenas de peticiones de información son silenciadas o ignoradas por los responsables municipales de comunicación encabezados por Javier Ferrer

javier_ferrer12/11/08. Comunicación. Desde hace unos meses EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com viene recopilando todos aquellos temas sobre los que ha solicitado información a los servicios de prensa municipales de Málaga que encabeza en última instancia Javier Ferrer, hombre de...

Decenas de peticiones de información son silenciadas o ignoradas por los responsables municipales de comunicación encabezados por Javier Ferrer

javier_ferrer12/11/08. Comunicación. Desde hace unos meses EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com viene recopilando todos aquellos temas sobre los que ha solicitado información a los servicios de prensa municipales de Málaga que encabeza en última instancia Javier Ferrer, hombre de confianza y consiglieri del alcalde Francisco de la Torre, sin obtener respuesta. A veces, la noticia no está en lo que se dice sino en lo que se oculta.

LOS
departamentos de prensa de las administraciones públicas funcionan como aparatos de propaganda que generan y distribuyen un buen número de informaciones diarias sobre el trabajo que desarrollan sus responsables políticos. Desde que el éxito político se identifica con presencia mediática, cualquier concejal, alcalde, delegado, secretario o cargo similar sabe que su carrera depende de la repercusión de sus comparecencias públicas, identificando el logro político con nociones como la celebridad o incluso la fama. Conforme esta visibilidad pública se ha hecho imprescindible para los políticos, los departamentos de prensa han ido asumiendo mayor protagonismo y multiplicando su actividad. A modo de ejemplo, un organismo público como el Ayuntamiento de Málaga envía del orden de una docena de informaciones al día entre notas de prensa, fotografías y convocatorias. Todas ellas de corte positivo y laudatorio.

A modo de indicación, el Consistorio malagueño ya se gastaba más de 6,5 millones de euros en 2005 en publicidad, propaganda y protocolo. Partidas que habían experimentado aumentos de más del 65% respecto a años anteriores.


ayuntamientomalaga.jpgPERO los departamentos de prensa, al mismo tiempo que realizan su tarea propagandística para que los medios de comunicación incluyan las informaciones que ellos escriben, también actúan de filtro y cortafuegos de las noticias incómodas, como hacen los censores. Los responsable de comunicación son escalas intermedias que el periodista debe atravesar hasta llegar a contactar con el responsable político de turno -en el caso de una administración- o el alto directivo -en el caso de una empresa-.

EN no pocas ocasiones, lejos de facilitar la tarea de los periodistas, los responsables de prensa atrasan deliberadamente las peticiones de entrevistas, olvidan los datos requeridos o, simple y llanamente, cortan el acceso a una información pública. No responden al teléfono, están reunidos, piden la solicitud por escrito, se excusan diciendo que “hoy no puede ser” (cuando en Periodismo o es hoy o mañana no es noticia) y otras muchas tretas y excusas que oyen a diario quienes se dedican a esta profesión.  

ESTOS son algunos de los asuntos que han quedado sin respuesta cuando EL OBSERVADOR ha recurrido a los servicios de prensa del Ayuntamiento: “petición de poder hablar con Salomón Castiel (como gerente de Teatro Cervantes), o con Miguel Briones (como concejal de Cultura), o con Javier Ferrer (como coordinador de las empresas municipales) o con Francisco de la Torre (como responsable último), sobre la situación laboral de los trabajadores del teatro”. Esta petición se realizó el día 16 y se repitió el 18 y el 24 de junio pasado. Sin respuesta, ni siquiera un ‘no’.

MÁS, en septiembre de 2008 y ante la situación de ilegalidad en la que opera en Málaga el Hotel Petit Palace de la cadena High Tech se pregunta “¿Está al Ayuntamiento al tanto de esta situación? ¿Qué medidas piensa tomar el Ayuntamiento respecto a esta situación?”. Dos veces se hacen las preguntas, las dos sin respuesta.
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TAMBIÉN, en el mismo mes de septiembre se solicita información sobre la promoción de Reyal Urbis junto a la térmica de dos bloques de 27 plantas cada uno: “ingresos del Ayuntamiento en concepto de plusvalías urbanísticas, fechas de inicio de las obras y fechas de finalización previstas, convenio, numero de viviendas previstas incluidas las de VPO”… también sin respuesta. En el mismo correo se recuerda que seguimos a la espera de la “información sobre la cantidad de dinero que ha desembolsado el Consistorio en pagar a Georgi Dann, tanto por su caché como por sus necesidades de escenario”. Sin respuesta.

ESTOS son sólo algunos ejemplos más o menos recientes, pero hay más casos como las peticiones del presupuesto del Festival de Cine de Tánger o la declaración de bienes de los concejales. Pero es que también las peticiones de datos e informaciones en absoluto conflictivas o polémicas, como pueda ser las inversiones que realiza el Ayuntamiento en energía solar, son atendidas.

EL negar el acceso a la información pública a un medio de comunicación como EL OBSERVADOR supone algo más que una descortesía o una estrategia política de castigo, supone negar esta misma información a los miles de lectores que diariamente visitan la edición digital de la revista. El caso se agrava aún más si tenemos en cuenta que tanto los trabajadores de estos servicios de prensa como el resto de funcionarios públicos y altos cargos del Ayuntamiento de Málaga reciben su sustento de los impuestos que pagan los mismos ciudadanos a los que se les miguel_briones2.jpgoculta la información, negándoles con ello un derecho legítimo.

EN ningún caso de los señalados se ha solicitado información que atente contra el honor de las personas, que ponga en peligro la seguridad de las personas ni que esté sujeta a secreto sumarial, tres factores que pueden justificar el que una información sea secreta. Más al contrario, las solicitudes tratan en su mayoría de esclarecer situaciones sobre las que existen dudas, o simplemente desconocimiento, sobre el modo en que se está tratando y gestionando la ‘cosa pública’.

EN resumen, lejos de procurar mantener una cultura de transparencia, la institución más cercana a los malagueños, oscila entre la propaganda y el grito y la censura y el silenciamiento.