17/03/06 MÁLAGA. El director del Festival de Cine de Málaga, Salomón ‘Momi’ Castiel, ordenó personalmente a su oficina de prensa que dirige Javier Bellot, que no se le concediera a EL OBSERVADOR una acreditación de prensa a nombre del director de la publicación, Fernando Rivas. Castiel se lo impuso personalmente a la oficina de comunicación del certamen
En la redacción se interpreta como la gran venganza de Castiel hacia la revista, contra la que presentó una demanda que perdió y que le costó unos 24.000 euros
17/03/06 MÁLAGA. El
director del Festival de Cine de Málaga, Salomón ‘Momi’ Castiel, ordenó
personalmente a su oficina de prensa que dirige Javier Bellot, que no se le
concediera a EL OBSERVADOR una
acreditación de prensa a nombre del director de la publicación, Fernando Rivas,
quien va a cubrir informativamente el certamen. En la redacción de la revista se
interpreta esta postura como la gran
venganza de Castiel hacia la publicación, contra la que presentó una demanda
por agresión a su honor y la perdió, costándole el pleito unos 24.000 euros.
EL OBSERVADOR recibió como cada
año el aviso de la oficina de prensa del Festival para que se solicitasen las acreditaciones para cubrir
informativamente el certamen. Se
enviaron tres solicitudes: la de Rivas, la de otro redactor y un fotógrafo, ya
que no habían puesto ningún tipo de limitación en cuanto al número. Al ir a
recogerlas, la oficina de prensa comunicó a la revista que sólo se le concedían
dos. La revista acató la decisión y dio los dos nombres para los que quería las
acreditaciones como redactores: uno de ellos era Rivas. La oficina de prensa
dijo que no. Que Castiel había dado órdenes que no se hiciera una acreditación
con ese nombre. La revista insistió argumentando que le parecía de locos (y de
risa) que fuera el Festival y no la publicación la que decidiera las personas a
los que acreditaba para cubrir el Festival. Y le contestaron, abochornados, que
eran órdenes específicas de Castiel.
EN la redacción de EL OBSERVADOR se interpreta el gesto como la gran venganza (?) del director del Festival, ya que hace un año presentó una demanda contra la revista en la que acusaba a ésta de atentar contra su honor, pidiéndole 60.000 euros a modo de compensación. Los tribunales le dijeron que no y él tuvo que pagar el pleito, por un valor de unos 24 ó 26.000 euros.
NOTA DE LA REDACCIÓN
LO anteriormente escrito quedaría en una ridícula anécdota acorde con el personaje, si no fuera porque describe y refuerza de forma ejemplar la personalidad y el carácter de quien está puesto al frente del evento cultural de mayor presupuesto (casi 4 millones de euros) que se celebra en la ciudad de Málaga. Puesto al frente y sin control político real, control público, alguno.
SÓLO alguien de la catadura del alcalde popular Paco de la Torre puede permitir que tal cantidad de dinero se maneje sin un responsable político directo que lo controle. El concejal de Cultura, que en cualquier otra ciudad estaría supervisando el evento, en ésta no puede ni aparecer por las instalaciones del festival. Diego Maldonado, el concejal de Cultura del Ayuntamiento de Málaga, ni pincha ni corta en todo lo referente al Festival. No decide absolutamente nada. Tiene que mantenerse al margen del evento que más dinero gasta en la ciudad. El concejal Maldonado, dada la querencia que tiene de tirarse en plancha y conseguir cuanta foto, entrevista, información o reportaje pasa a menos de un kilómetro de su persona, toma Valium o algo así durante la celebración del certamen para poder aguantar la prohibición (hecha por Castiel vía alcalde De la Torre) que tiene de asomar el morro por allí. Esta falta de control es la que hace que, en el 2005, Castiel pudiera cobrar, presentando cuatro facturas (no entendemos cómo factura y cobra ya que existe una incompatibilidad), esos 84.286,42 euros extras (aparte de su sueldo oficial del ayuntamiento) que cobró por dirigir el Festival; y que su amigo Javier Bellot, responsable de comunicación y engrase del certamen, pudiera facturar, entre otras cosas, sus 66.499, 06, euro menos o 600 euros más, según las facturas, con dos de sus empresas: Dunas de Cabopino y Entreluces; y su amigo Alfredo Guerisoli, que a través de su empresa G2 Producciones (en la página web de G2 se puede leer “Participamos en la programación del Teatro Cervantes, actividad que nos ha hecho traer a nuestra ciudad a todo tipo de grupos y estilos musicales”. Esta expresión, teniendo en cuenta la titularidad pública del teatro, es, como mínimo, sorprendente) y de su restaurante Rojo, haya facturado 317.051,19 euros más otros 3.977,57.
Un festival de cine como el de Málaga es un evento cultural al que no se le puede poner muchas pegas en ninguna ciudad de España. Independientemente del necesario y profundo análisis de sus contenidos, repercusiones económicas, sociales y, sobre todo, mediáticas, el Festival es una excelente plataforma para la ciudad de Málaga. Por eso no entendemos, aunque cada vez esté la cosa más cerca, que con la complicidad y visto bueno de su alcalde, Paco de la Torre, quede convertido en la plataforma de un solo individuo… sobretodo si éste está recubierto de un característico, clásico y resbaladizo pelaje terriblemente cinematográfico.
PUEDE consultar información relacionada aquí:
- 01/06/05 Sentencia
en firme contra el gerente del Teatro Cervantes de Málaga
en
su demanda a la revista EL OBSERVADOR.
- 30/03/05 Sentencia contra el director del Teatro Cervantes
en su demanda a la revista EL OBSERVADOR.