Regresa a las calles de Málaga tras dos experiencias en la galería del Muelle Uno y en la privada GACMA, con sendas reseñas en varios medios a lo largo y ancho de todo el globo. Nueva York, París, Hong Kong…

25/02/16. Cultura. Dadi Dreucol es el seudónimo de un artista urbano que opera en Málaga desde hace años. Encarna tras su máscara el significado de arte urbano, contestatario, fugaz y sin altisonancias. Tras dos experiencias en galerías, regresa a las calles, y lo hace con un montón de menciones y loas en medios internacionales, cosechadas estas últimas semanas. EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com recoge...

...algunas de ellas y pone en el foco a este artista que sigue haciéndose un hueco en la creación local con un enorme potencial y una gran capacidad de proyección mundial. Málaga no es su primer lienzo: Dreucol ha trabajado mucho en Valencia, Barcelona y participado en festivales de levante peninsular o en las Balerares.

UNO de los últimos trabajos de Dreucol es Pinnochio (AQUÍ), pintado sobre un muro de obra de una parcela vacía del Centro Antiguo. Una creación que desaparecerá cuando la parcela sea sustituida por un nuevo inmueble. Tiene fecha de caducidad.


LA revista alemana Wertical (AQUÍ), la “parisina-neoyorkina-londinense-sydneyana-hongkonense” Hypocrite Design (AQUÍ) o la estadounidense Dumb Wall (AQUÍ) han dejado por escrito el emerger de este artista que no solo ha trabajado en Málaga: ya el año pasado participó en una acción que tuvo lugar en parís, ‘Brandalism’. “Carteles de unos 80 artistas de 19 países diferentes fueron instalados clandestinamente en las marquesinas publicitarias de París para criticar el negocio publicitario de la cumbre contra el cambio climático”, que tuvo lugar el pasado mes de diciembre en la ciudad del Sena. “Yo les mandé un poco de sol, aunque enjaulado por eso del impuesto, que allí debe hacer mucho frío”.


LOS suyos no son meros paisajes ni simples retratos: va más allá y trata de interactuar con el ambiente urbano en el que trabaja. A pesar de que buena parte de su obra se encuentra en el callejero, sus recientes exposiciones ‘Hola, ¿PUEDO JUGAR?’ y ‘Hola, ¡QUIERO JUGAR!’ no son nadas desdeñables. Para la presentación de la primera Dreucol, del que no se conoce rostro en la red ni ningún otro tinte biográfico público, recurrió a una niña de diez años que le dio voz. Y su voz suele ser incómoda: “¿Quiénes son todos estos políticos que me rodean, qué tienen que ver con el arte?” (AQUÍ). “Nos hemos acostumbrado al término industria cultural; hemos industrializado nuestros pensamientos”.

SU arte incomoda a quien no lo comprende, porque Dreucol tampoco guarda contemplaciones en ocasiones ni con sus propios espectadores. Cuando el año pasado fue sancionado por agentes de la policía local por pintar en la calle, sufragó la sanción vendiendo por la red el boletín policial sobre el que previamente había pintado el boceto de su próxima obra. También hace unas semanas Dreucol optó por reproducir en un mural en un “espacio determinado y remunerado” el comentario de un lector del diario Sur que le criticaba por confundir entre esos encargos “remunerados” y otras formas “de acción”.


POR el momento, de cara a este 2016, Dreucol seguirá trabajando en las calles de Málaga, en las calles de una ciudad que sigue dándole de espaldas a unas instituciones que tratan de incentivar un barrio de las artes a cuatro pasos del centro pero solo mediante técnicas de marketing.

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