El festival se define en su 1ª semana: incoherencia, mala información y poco público

Pablo Suarez y Francisco Lopez14/02/06 MÁLAGA. Con el nombre de MARTE (Málaga Arte y Tecnología) se celebra en estos días un festival dedicado a las artes electrónicas y digitales actuales, creado y asignado a la ciudad por la Consejería de Cultura de la Junta.
El festival se define en su 1ª semana: incoherencia, mala información y poco público

Pablo Suarez y Francisco Lopez14/02/06 MÁLAGA. Con el nombre de MARTE (Málaga Arte y Tecnología) se celebra en estos días un festival dedicado a las artes electrónicas y digitales actuales, creado y asignado a la ciudad por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. El título evoca acertadamente las antiguas películas de serie B sobre invasiones extraterrestres fracasadas y el inolvidable programa de Javier Sardá. MARTE resulta ser un acontecimiento distante y un batiburrillo insatisfactorio para paladares exigentes.
 
SI en la Consejería de Cultura contasen con algún ingeniero responsable y culto sabrían de la fatiga de los festivales desde hace ya tantos años que habrían explorado otras posibilidades. Incluso sabrían de otros modelos de festival que no han renunciado a llamarse así. En cualquier caso, que un nuevo festival adopte el más cansado de todos los modelos no deja de ser significativo del nivel en que se mueve la institución y sus satélites; más si se tiene en cuenta la gran inversión pública que se hace en él.
 
"MARTE ya no está tan lejos. Los Picassos de hoy ya no tienen caballetes ni óleos. Los Picassos de hoy pueden estar Hay vida en m.a.r.t.e.están delante de pantallas de plasma a golpe de ratón inalámbrico, firmando obras de código abierto bajo el amparo de un nick colectivo. Los artistas de hoy, como los espectadores de hoy, ya son creadores y receptores al mismo tiempo”. El último párrafo del texto de presentación del  festival parece escrito por Ramoncín y delata un endeble conocimiento en materia artística (¿cómo relaciona los procesos de creación intersubjetiva con los procedimientos autoriales cuyo mayor exponente es ese ejemplo de egomaníaco compulsivo?), pero la clave es: ni en MARTE hay ninguna muestra de lo que la organización afirma que hace/es el artista actual, ni el propio festival adopta el punto de vista ni la metodología para que esto se haga efectivo en su propia ejecución.
 
EN este sentido, la paradoja de este festival la señala la instalación dotiNfo de Jorge Dragón programada en el Palacio Episcopal. En ella el artista expone la oposición de dos modelos de información: el vertical, jerárquico, programado en exterior, unidireccional y desprovisto de retorno y dialéctica, por un lado; por otro, el de los flujos de información compartida por usuarios en posición de igualdad, en un sistema abierto de entrada-salida, con posibilidades de intervención simultánea y en diversos niveles. ¿Dónde está la paradoja? El sistema del festival es el primero, que en la instalación de Dragón figura como dirigismo antidemocrático y que se opone al segundo, participativo e interactivo, hoy posible gracias a un elemento clave: las tecnologías de la información y el nuevo espacio público creado con ellas. El texto citado, que la consejera de cultura repitió adaptado para seres humanos en el acto de presentación del festival, no Jorge Dragónpueden ser más acertado (los artistas trabajando en red, modo colectivo de producción), ni menos aplicable a MARTE, que esencialmente debería haber puesto en ese concepto sus bases, si es verdad que su punto de partida es el que dice, o si sus comisarios tuviesen claro de qué material se trata.
 
MARTE debe comenzar un debate abierto si quiere obtener alguna credibilidad sobre el espíritu que lo anima, pero mientras lo hace (para la ¿próxima edición?), hay una realidad: el festival no es el que debería, pero no se puede obviar la consideración crítica sobre el que sí es.
 
DE primeras, MARTE recuerda el festival Art Futura, del que parece heredero, y que se caracterizó por el desequilibrio entre la admiración por el cerebro electrónico y la virtual ausencia de materia gris. En Art Futura se dieron cuenta en su momento de la fatiga del festival y se dedicaron a crear franquicias como sistema acelerador de partículas financieras capaces de formar grandes masas. MARTE parece una progresión autónoma de la franquicia sevillana, y aprovechando que el Guadalhorce pasa por la provincia natal de la consejera (y de Picasso), se ha instalado en la ciudad del paraíso.
 
LA cosa consiste en ocupar varios espacios (culturalmente institucionales e institucionalmente culturales), con conciertos, exposiciones, talleres y conferencias, todo con el nexo común de la aplicación de las últimas y las penúltimas tecnologías. Esto no quiere decir con las diferentes corrientes, escuelas y estrategias más recientes, sino, como puede verse en la programación, con la aplicación bruta de “sirve si es electro”. Así es como el festival se abre con un concierto de Piano Circus y se cierra con el “audiovisual concert” de Rioji Ikeda. El más anacrónico y superado de los métodos de programación: no importa la coherencia del conjunto, sino deslumbrar con grandes nombres individuales. En este caso, conocidos por una minoría muy minoritaria. Lo cual abre un segundo frente crítico: ¿se ha esforzado el festival, ya que no en criterio y concepto generales, por una contextualización de sus actos, artistas y obras? No (ni es Ikeda-ryojiposible). Lo que también nos lleva a la cuestión de la proyección pública, la política de comunicación: nefasta. Cierto que competir con ARCO, el carnaval y la cercana semana santa en la prensa local se hace difícil, pero no hasta el punto de pasar inadvertido. Esto también conduce a la oportunidad de la fecha; quizás la coherencia interna del trinomio mencionado excluya a MARTE, incapaz de sustentar un programa contemporáneo, de ser festivo y de atraer a los devotos; aunque esto no tiene nada que ver con las fechas…
 
HASTA el momento, MARTE no ha resultado de lo mejor en ningún flanco. La inauguración, mal. En el teatro Cervantes (la primera en la frente; el lugar institucional más reaccionario de la ciudad y para algunos el teatro más cateto del estado), un concierto de Piano Circus realizado con seis pianos de cola. ¿Dónde estaban la tecnología y su uso singular? Se quedarían en Londres, aunque es difícil entender la razón; quizás fallo de producción en connivencia con unos músicos poco rigurosos. En la página web oficial del grupo se lee: “Uno de los rasgos más estimulantes del estudio es que es enteramente portátil, motivo de preocupación desde hace mucho tiempo para Piano Circus, cuyo interés es acercar la nueva música a las personas que no tienen acceso a experimentarla normalmente”. Si el estudio de grabación, conciertos y talleres que tanto enorgullece a Piano Circus es enteramente portátil, ¿por qué no llegó a Málaga?

EL programa anunciado varió para adaptarse a los instrumentos acústicos. El concierto consistió en una selección de composiciones minimalistas, algunas recientes y otras menos, con un aroma, digamos, histórico. Allí estaba el presidente Pendón, que hizo lo que más de la mitad de los invitados y se largó en el intermedio, como ocurrió poco tiempo antes en el concierto de Fennesz-Sakamoto; se ve que también había mucha invitación en ese concierto que Castiel presentó como la joya de “la mejor selección” de la historia de su teatro, el Cervantes.

EL siguiente concierto, From the Xavantes to the Inuits, de Jean Luc Therminarias, al que acudieron varias decenas de personas de las que sólo huyó una, queda como lo que definen bien en el carnaval de Cádiz: bastinazo. Emergidos de algún taller post-IRCAM, los músicos presentaron una pieza solemne, vieja, insustancial, acompañada de lo que la Jean Luc Therminarias y grupoorganización describe como ”juego luminotécnico como decorado espacial” y que parecía obra de un alumno de primero de electricidad. ¿De verdad el programador había visto/oído la obra? Si lo ha hecho, y no se ha incluido por presiones institucionales o conveniencias comerciales (de todo hay en los festivales verticales), debería pedir perdón y manifestar propósito de enmienda. O mejor, que se largue.

VITIELLO, por su parte, confirma en cada concierto lo que ya se sabe de la corriente Improv, rama electro; gran competencia instrumental, dominio del lenguaje sonoro (¿no son categorías clásicas?) y serias limitaciones de vocabulario, de las que se salvan sólo unos pocos (Akiyama, Bell, O’Rourke…).

ESTE recuento no pretende ser tanto crítica de los artistas, para eso ya están otras publicaciones locales (aunque no hagan ni caso) como señalar lo que al principio se explicaba como esencia del festival, y cómo tampoco es tan fácil. Piano Circus, Therminarias y Vitiello, ¿qué tienen que ver entre ellos? ¿Cómo los ha conectado el festival entre ellos y al espectador en esta ciudad? En primer lugar, es evidente que falla la política de grandes nombres; en segundo lugar, no ha habido ninguna conexión.

LA previsión para los próximos actos muestra un giro hacia estéticas más asequibles, respaldadas por trayectorias contrastadas en sus respectivas corrientes. A falta de celebraciones, queda la consideración sobre las posibilidades de cada acto en una programación incoherente y descontextualizada. Sirva como ejemplo la conferencia de Llorenç Barber, gran músico, gran divulgador, gran escritor, que hablará de Robert Ashley, compositor norteamericano del que nunca se Llorenç Barberha interpretado nada en Málaga, del que no se ha incluido ninguna pieza en este MARTE, del que no se escribe en este país fuera de medios especializados, y cuyas grabaciones los aficionados compran en el extranjero. Eso sí, la Filmoteca de Andalucía publicó un libro sobre él hace quince años, hoy probablemente inencontrable. (¿Lo sabían en MARTE? ¿Traerán unos pocos ejemplares al acto para que el público compre?)

LA garantía de esta conferencia es Barber (y Ashley; no se la pierdan), que no es la primera vez que viene a Málaga para hablar, aunque hace ya veinte años que no viene a tocar. Desde que en 1985 José Miguel Hermoso diseñara un ciclo de música contemporánea para la Sociedad Filarmónica, quizás el mejor que se haya visto nunca por aquí, y que incluyó aquel fascinante concierto con instrumentos de papel del Taller de Música Mundana (¿se puede hacer música interactiva, democrática y abierta con instrumentos acústicos?).

Y que la inconsistencia de la organización no disuada la curiosidad de nadie. Hay conciertos, exposiciones y conferencias que valen la pena, y se puede afirmar con seguridad que no hay otro sitio en Europa donde se pueda entrar por 5 euros a un concierto de Alog, Bender o Ikeda.

PUEDE consultar la programación de MARTE en www.malagaarteytecnologia.org