El festival se define en su 1ª semana: incoherencia, mala información y poco público
14/02/06 MÁLAGA. Con el nombre de MARTE (Málaga Arte
y Tecnología) se celebra en estos días un festival dedicado a las artes
electrónicas y digitales actuales, creado y asignado a la ciudad por
la
Consejería de Cultura de
la
Junta.
El festival se define en su 1ª semana: incoherencia, mala información y poco público
14/02/06 MÁLAGA. Con el nombre de MARTE (Málaga Arte
y Tecnología) se celebra en estos días un festival dedicado a las artes
electrónicas y digitales actuales, creado y asignado a la ciudad por
la
Consejería de Cultura de
la
Junta
de Andalucía. El título
evoca acertadamente las antiguas películas de serie B sobre invasiones
extraterrestres fracasadas y el inolvidable programa de Javier Sardá. MARTE
resulta ser un acontecimiento distante y un batiburrillo insatisfactorio para
paladares exigentes.
SI en la Consejería de Cultura contasen con algún
ingeniero responsable y culto sabrían de la fatiga de los festivales desde hace
ya tantos años que habrían explorado otras posibilidades. Incluso sabrían de
otros modelos de festival que no han renunciado a llamarse así. En cualquier caso, que un nuevo festival adopte el más cansado de todos los modelos no deja
de ser significativo del nivel en que se mueve la institución y sus satélites;
más si se tiene en cuenta la gran inversión pública que se hace en
él.
"MARTE ya no está tan lejos. Los Picassos de hoy
ya no tienen caballetes ni óleos. Los Picassos de hoy pueden estar están delante
de pantallas de plasma a golpe de ratón inalámbrico, firmando obras de
código abierto bajo el amparo de un nick colectivo. Los
artistas de hoy, como los espectadores de hoy, ya son creadores y receptores al
mismo tiempo”. El último párrafo del texto de presentación del festival parece escrito por Ramoncín y delata
un endeble conocimiento en materia artística (¿cómo relaciona los procesos de
creación intersubjetiva con los procedimientos autoriales cuyo mayor exponente
es ese ejemplo de egomaníaco compulsivo?), pero la clave es: ni en MARTE hay
ninguna muestra de lo que la organización afirma que hace/es el artista actual,
ni el propio festival adopta el punto de vista ni la metodología para que esto
se haga efectivo en su propia ejecución.
EN este sentido, la paradoja de este festival la
señala la instalación dotiNfo de Jorge Dragón programada en el Palacio
Episcopal. En ella el artista expone la oposición de dos modelos de información:
el vertical, jerárquico, programado en exterior, unidireccional y desprovisto de
retorno y dialéctica, por un lado; por otro, el de los flujos de información
compartida por usuarios en posición de igualdad, en un sistema abierto de
entrada-salida, con posibilidades de intervención simultánea y en diversos
niveles. ¿Dónde está la paradoja? El sistema del festival es el primero, que en
la instalación de Dragón figura como dirigismo antidemocrático y que se opone al
segundo, participativo e interactivo, hoy posible gracias a un elemento clave:
las tecnologías de la información y el nuevo espacio público creado con ellas.
El texto citado, que la consejera de cultura repitió adaptado para seres humanos
en el acto de presentación del festival, no pueden ser más acertado (los artistas trabajando en
red, modo colectivo de producción), ni menos aplicable a MARTE, que
esencialmente debería haber puesto en ese concepto sus bases, si es verdad que
su punto de partida es el que dice, o si sus comisarios tuviesen claro de qué
material se trata.
MARTE debe comenzar un debate abierto si quiere
obtener alguna credibilidad sobre el espíritu que lo anima, pero mientras lo
hace (para la ¿próxima edición?), hay una realidad: el festival no es el que
debería, pero no se puede obviar la consideración crítica sobre el que sí
es.
DE primeras, MARTE recuerda el festival Art
Futura, del que parece heredero, y que se caracterizó por el desequilibrio entre
la admiración por el cerebro electrónico y la virtual ausencia de materia gris.
En Art Futura se dieron cuenta en su momento de la fatiga del festival y se
dedicaron a crear franquicias como sistema acelerador de partículas financieras
capaces de formar grandes masas. MARTE parece una progresión autónoma de la
franquicia sevillana, y aprovechando que el Guadalhorce pasa por la provincia
natal de la consejera (y de Picasso), se ha instalado en la ciudad del
paraíso.
LA cosa consiste en ocupar varios espacios
(culturalmente institucionales e institucionalmente culturales), con conciertos,
exposiciones, talleres y conferencias, todo con el nexo común de la aplicación
de las últimas y las penúltimas tecnologías. Esto no quiere decir con las diferentes corrientes, escuelas y estrategias más recientes, sino, como puede
verse en la programación, con la aplicación bruta de “sirve si es electro”. Así
es como el festival se abre con un concierto de Piano Circus y se cierra con el
“audiovisual concert” de Rioji Ikeda. El más anacrónico y superado de los
métodos de programación: no importa la coherencia del conjunto, sino deslumbrar
con grandes nombres individuales. En este caso, conocidos por una minoría muy
minoritaria. Lo cual abre un segundo frente crítico: ¿se ha esforzado el
festival, ya que no en criterio y concepto generales, por una contextualización
de sus actos, artistas y obras? No (ni es posible). Lo que también nos lleva a
la cuestión de la proyección pública, la política de comunicación: nefasta.
Cierto que competir con ARCO, el carnaval y la cercana semana santa en la prensa
local se hace difícil, pero no hasta el punto de pasar inadvertido. Esto también
conduce a la oportunidad de la fecha; quizás la coherencia interna del trinomio
mencionado excluya a MARTE, incapaz de sustentar un programa contemporáneo, de
ser festivo y de atraer a los devotos; aunque esto no tiene nada que ver con las
fechas…
HASTA el momento, MARTE no ha resultado de lo
mejor en ningún flanco. La inauguración, mal. En el teatro Cervantes (la primera
en la frente; el lugar institucional más reaccionario de la ciudad y para
algunos el teatro más cateto del estado), un concierto de Piano Circus realizado
con seis pianos de cola. ¿Dónde estaban la tecnología y su uso singular? Se
quedarían en Londres, aunque es difícil entender la razón; quizás fallo de
producción en connivencia con unos músicos poco rigurosos. En la página web
oficial del grupo se lee: “Uno de los rasgos más estimulantes del estudio es que
es enteramente portátil, motivo de preocupación desde hace mucho tiempo para
Piano Circus, cuyo interés es acercar la nueva música a las personas que no
tienen acceso a experimentarla normalmente”. Si el estudio de grabación,
conciertos y talleres que tanto enorgullece a Piano Circus es enteramente
portátil, ¿por qué no llegó a Málaga?
EL programa anunciado varió para adaptarse a los instrumentos
acústicos. El concierto consistió en una selección de composiciones
minimalistas, algunas recientes y otras menos, con un aroma, digamos, histórico.
Allí estaba el presidente Pendón, que hizo lo que más de la mitad de los
invitados y se largó en el intermedio, como ocurrió poco tiempo antes en el
concierto de Fennesz-Sakamoto; se ve que también había mucha invitación en ese
concierto que Castiel presentó como la joya de “la mejor selección” de la
historia de su teatro, el Cervantes.
EL siguiente concierto, From the Xavantes to the
Inuits, de Jean Luc Therminarias, al que acudieron varias decenas de personas de
las que sólo huyó una, queda como lo que definen bien en el carnaval de Cádiz:
bastinazo. Emergidos de algún taller post-IRCAM, los músicos presentaron una
pieza solemne, vieja, insustancial, acompañada de lo que la organización
describe como ”juego luminotécnico como decorado espacial” y que parecía obra de
un alumno de primero de electricidad. ¿De verdad el programador
había visto/oído la obra? Si lo ha hecho, y no se ha incluido por presiones
institucionales o conveniencias comerciales (de todo hay en los festivales
verticales), debería pedir perdón y manifestar propósito de enmienda. O mejor,
que se largue.
VITIELLO, por su parte, confirma en cada concierto
lo que ya se sabe de la corriente
Improv, rama electro; gran competencia
instrumental, dominio del lenguaje sonoro (¿no son categorías clásicas?) y
serias limitaciones de vocabulario, de las que se salvan sólo unos pocos
(Akiyama, Bell, O’Rourke…).
ESTE recuento no pretende ser tanto crítica de los
artistas, para eso ya están otras publicaciones locales (aunque no hagan ni
caso) como señalar lo que al principio se explicaba como esencia del festival, y
cómo tampoco es tan fácil. Piano Circus, Therminarias y Vitiello, ¿qué tienen
que ver entre ellos? ¿Cómo los ha conectado el festival entre ellos y al
espectador en esta ciudad? En primer lugar, es evidente que falla la política de
grandes nombres; en segundo lugar, no ha habido ninguna
conexión.
LA previsión para los próximos actos muestra un
giro hacia estéticas más asequibles, respaldadas por trayectorias contrastadas
en sus respectivas corrientes. A falta de celebraciones, queda la consideración
sobre las posibilidades de cada acto en una programación incoherente y
descontextualizada. Sirva como ejemplo la conferencia de Llorenç Barber, gran
músico, gran divulgador, gran escritor, que hablará de Robert Ashley,
compositor norteamericano del que nunca se ha interpretado
nada en Málaga, del que no se ha incluido ninguna pieza en este MARTE, del que
no se escribe en este país fuera de medios especializados, y cuyas grabaciones
los aficionados compran en el extranjero. Eso sí, la
Filmoteca de Andalucía publicó un libro sobre
él hace quince años, hoy probablemente inencontrable. (¿Lo sabían en MARTE?
¿Traerán unos pocos ejemplares al acto para que el público
compre?)
LA garantía de esta conferencia es Barber (y
Ashley; no se la pierdan), que no es la primera vez que viene a Málaga para
hablar, aunque hace ya veinte años que no viene a tocar. Desde que en 1985 José
Miguel Hermoso diseñara un ciclo de música contemporánea para
la Sociedad
Filarmónica, quizás el mejor que se haya visto
nunca por aquí, y que incluyó aquel fascinante concierto con instrumentos de
papel del Taller de Música Mundana (¿se puede hacer música interactiva,
democrática y abierta con instrumentos acústicos?).
Y que la inconsistencia de la organización no
disuada la curiosidad de nadie. Hay conciertos, exposiciones y conferencias que
valen la pena, y se puede afirmar con seguridad que no hay otro sitio en Europa
donde se pueda entrar por 5 euros a un concierto de Alog, Bender o
Ikeda.
PUEDE consultar la programación de MARTE en www.malagaarteytecnologia.org