José María Amado robó la imprenta de Litoral y la utilizó para la exaltación fascista. Años después la rebautizó para los poetas del exilio
19/12/06 MÁLAGA. La exposición de la revista Litoral en la Sala Alameda de la Diputación de Málaga ha entrado ya en su último mes. Hasta el 14 de enero se puede visitar “Litoral, travesía de una revista (1926-2006)”.
ESTAMOS en 1937. Miles de malagueños son masacrados desde tres buques de guerra en la ‘espantá’ hacia Almería. La ciudad cae en manos de las fuerzas rebeldes. Tropas de falangistas italianos desfilan por unas calles que han soportado meses de bombardeos. El joven José María Amado, sobrino nieto del sainetero Carlos Arniches, se incauta de la imprenta Sur pistola al cinto. Es la misma imprenta con forma de barco que engendró ‘Litoral’, la revista que abanderó el renacimiento literario español y abrió un diálogo inédito entre el pueblo y la poesía. Sus antiguos dueños o están muertos -José María Hinojosa ha sido fusilado por un pelotón de ajusticiamiento republicano en 1936- o han emprendido el largo camino del exilio, caso de Manuel Altolaguirre y Emilio Prados. La rotativa es rebautizada con el nombre de ‘Dardo’, “humilde átomo de la revolución nacional-sindicalista española, inquietante molécula del movimiento fascista mundial”, una definición de su nuevo director, el flamante Amado.
CUESTA y duele creer que los mismos tipos fijos que dieron luz a la generación más brillante de poetas españoles se pusieran en esos años oscuros al servicio de la exaltación fascista a través de ‘Dardo’: “En el estado nacionalsindicalista, en la aurora del segundo año triunfal, bajo la expresión del 18 de julio, que es la revolución de la patria contra su desaparición y suicidio ¡Loor a Franco! ¡Viva Queipo de Llano! ¡Mola: presente! ¡En pie y arriba España!”. Sorprende y angustia que esa misma imprenta, hoy una reliquia propiedad de la Diputación de Málaga, escupiera vítores a Mussolini, a Salazar, a Hitler “tres caudillos nacionales que apuntando y clavando remaches en su patria van salvando la civilización de Occidente”. Asombra y repugna comprobar que desde donde se generó tanto brillo -“era una imprenta llena de aprendices, uno manco, aprendices como grumetes, que llenaban de alegría el pequeño taller, que tenía flores, cuadros de Picasso, música de Manuel de Falla y libros de Juan Ramón Jiménez en los estantes”, nos cuenta Altolaguirre- se fabricaran calumnias criminales: “Fuga, destrucción, miedo, pánico y rabia de derrota con estela de ruinas a la espalda de la huida: tal es el denominador común de las vicisitudes sufridas por las desdichadas y nobles villas del Señorío de Vizcaya en manos de fanáticos vascos, marxistas internacionales y dinamiteros asturianos en Eibar, Guernica, Durango...”
AÑOS de guerra fraticida donde la primera perjudicada es la verdad. En marzo de 1938 José María Amado es nombrado jefe provincial de Prensa y Propaganda, ‘Dardo’, la revista que él mismo dirige le define tras un discurso en la Plaza de Toros de la Malagueta como “el legionario infatigable, ferviente luchador de rotundo verbo”. Se publican artículos en italiano y alemán, fotografías de Franco a toda página con la leyenda “el más grande de todos los hombres”.
PASA la guerra y la posguerra, pasan los años y llegamos a 1968. La primavera de Praga se marchita, los hippies protestan contra la guerra de Vietnam, Jaimito Hendrix revoluciona Woodstock, los estudiantes se lanzan a las calles en París, otros estudiantes en México son aplastados en la plaza de Tlatelolco. Los aires de libertad llegan tímidamente a España. En Málaga José María Amado, que pasa ciertos apuros económicos, decide resucitar ‘Litoral’ con el mismo espíritu que marcó sus inicios, el culto a la verdad, a la poesía, a la belleza y al rigor intelectual.
¿POR qué? ¿Cómo se explica esta transformación ideológica radical de un hombre conocido por escribir un Vía Crucis joseantoniano en prosa poética, que pasa a recuperar años después desde la dirección de la nueva ‘Litoral’ a los poetas contra los que antes luchó: Machado, Alberti, Lorca…? Una persona que da cabida en esta cabecera a los poetas del exilio, a esos mismos sobre quienes antes había escrito: “desquiciados de la norma purgan su equivocación lejos de la patria”.
"JOSÉ María era un hombre muy mimético, acomodaticio. Yo en la Guerra tenía 13 años. Le recuerdo vestido a la italiana, de falangista, con un puñal en el costado. Después fue poco a poco arrimándose al sol que más calienta” cuenta el poeta malagueño Alfonso Canales. El actual presidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo explica cómo en 1968 José María Amado le visitó y le propuso colaborar en la nueva revista que iba a lanzar con el nombre de ‘Litoral’. Canales aceptó siempre que la publicación cambiara de nombre, si mantenía el de ‘Litoral’, no le mandaría ni un poema. “Me parecía un cambio de camisa, un contradios que utilizara el mismo nombre que le dieran Altolaguirre y Prados después de todo lo que él había escrito y dicho. Se negó y rompimos relaciones. Efectivamente no publiqué en ‘Litoral’ hasta esta ultimísima etapa, con Lorenzo Saval, en la que utilizaron unos textos míos, por cierto, sin pedirme permiso”.
EL escritor Andrés Sorel, autor entre otros del libro ‘El falangista vencido y desarmado’, cuenta como “el cambio de orientación política no fue exclusivo de José María Amado. Lo mismo le pasó a Dionisio Ridruejo, creador de El Cara el Sol, a Antonio Tovar, intérprete en la célebre entrevista entre Franco y Hitler, o al mismo Luis Rosales, cabeza de la generación del 36. Yo desde luego no criticaría la trayectoria de Amado después de la guerra”. Sorel, que también es secretario general de la Asociación Colegial de Escritores de España, lo explica así: “la falange se dividía en dos facciones, los ideólogos y los pistoleros. Como es sabido se impusieron estos últimos. Una vez acabada la guerra, hubo intelectuales de derechas que se dieron cuenta de la incultura atroz que rodeaba a los vencedores -recordemos el ¡Viva la Muerte! ¡Muera la inteligencia! de Millán Astray-, algunos de estos jóvenes ideólogos fascistas hicieron un ejercicio de reflexión y tendieron a posiciones más liberales y democráticas. En el caso de José María hablamos del hombre que publicó y rehabilitó a más escritores exiliados”. El autor segoviano puntualiza, no obstante, cómo durante la guerra la antigua imprenta Sur “fue usurpada y puesta al servicio de la antítesis para la que había sido creada”.
ASÍ también lo recuerda el poeta andaluz Juan Rejano, que compartió años de destierro en México con Emilio Prados. Rejano dejó escrito a la muerte del malagueño en 1962: “Emilio Prados murió con un ‘dardo’ muy clavado en ‘sur’ corazón, y es que le dolió hasta el final de sus días, más que la pérdida de su amada imprenta Sur, el hecho de que la imprenta Sur y de ‘Litoral’ fuesen prostituidas por José María Amado”. Curiosamente la revista ‘Litoral’ dedicaría un número especial a Juan Rejano en 1980. Otra de las plumas en el exilio, la del bilbaíno Juan Larrea, vanguardista y profético, dedicaba duras palabras en una de sus cartas al causante del expolio de ‘Litoral’: “denúncielo, persígalo, bárralo como a un excremento de los más bajos instintos”. Otra vuelta de tuerca, José María Amado, utilizó algunos textos de Larrea también en ‘Litoral’ durante se etapa de director.
EN 1974 el editor, periodista, poeta y padre de un juego universal: el futbolín, Alejandro Campos Ramírez, más conocido como Alejandro Finisterre organiza en México un homenaje a León Felipe. Un acto que se convirtió en el mayor encuentro entre intelectuales del exilio y del interior. Amado fue invitado por Finisterre, por intermediación de Aitana Alberti, que por entonces vivía en Torremolinos. Cuenta Sorel que en la inauguración del monumento a León Felipe, cuando Dionisio Ridruejo fue invitado a ocupar una de las mesas centrales (él mismo se había apartado a las plazas laterales), hubo una voz que se alzó en protesta. Era José María Amado, que airado bramaba porque un “fascista” como Ridruejo estuviera presente en actos de homenaje a poetas de izquierda. Unas protestas que extrañaron y enfadaron a Finisterre, que escribió más tarde que “sólo uno (de los escritores) no debió haber sido invitado, y no hace falta citar su nombre”. Para rematar la jugada Finisterre, que también es el albacea testamentario de León Felipe, interpuso después una demanda por fraude a Amado a causa de la utilización de poemas de León Felipe para una antología publicada por ‘Litoral’ sin su consentimiento.
PERO el tiempo todo lo suaviza. “A los 87 años -dice Finisterre- las cosas se ven de otra manera. La revolución en la que participamos parece un sueño de juventud. Amado está muerto y yo no quiero hablar mal de él. Lo que importa es que al final hizo una obra positiva. Aunque chocamos en vida en algunas cosas, siempre hay que creer que el hombre puede cambiar”.
EL 10 de febrero 1999, después de haber parido 220 números de ‘Litoral’ muere a los 81 años José María Amado. El Ayuntamiento de Torremolinos decide en 2005 darle su nombre a una calle. ‘Litoral’ sigue publicándose hoy en día, cada una de sus ediciones es una pequeña obra de arte. La revista continúa siendo una referencia internacional en el mundo de la poesía. De las páginas de ‘Dardo’ muy pocos o nadie se acuerdan. El Gobierno ha declarado 2006 Año de la Memoria Histórica.
PUEDE consultar el artículo íntegro en el número 49 de la revista: