Entre líneas, entre curvas y recurvas, el erotismo y el temblor de la vida

Invitamos a vivir otras vidas en los libros. Pasen y lean. Despegarse de la realidad está al alcance de su dedo. Con la ayuda de pequeños y hermosos textos, aquí podrán encontrar un trampolín diario para zambullirse en el mar de la lectura

CULTURA. Escápate a la lectura. Por 
Paz Sánchez Pérez y
Antonio Álvarez de la Rosa

03/04/20. 
Cultura. Paz Sánchez Pérez y Antonio Álvarez de la Rosa comparten con todos los lectores de EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com varios fragmentos de diversos libros seleccionados con la finalidad de animar a la lectura. En esta entrega proponen libros con la temática “Eros entrelíneas”, y eligen como texto de ejemplo un fragmento del libro ‘Con el alma en la piel’ de Chiquita Barreto...

Puede ver la selección de libros “Eros entrelíneas” pinchando aquí.

Escápate a la lectura: Eros entrelíneas


Andrés llegó a la media tarde. Elisa no fue a esperarle, no quería verlo arrastrando maletas cargadas de ausencias, además no le gustaban los aeropuerto. Un taxista le esperaba con el clásico cartelito. Lo llevó a un chalé en las afueras de la ciudad, donde lo aguardaba una bañera repleta de agua celeste y espumosa y una lacónica nota: "Amor, nos vemos esta noche. Elisa".


Al principio se sintió defraudado, pero luego entendió y agradeció el delicado gesto de ella que le permitía reponerse del cansancio del largo viaje, mejorar su aspecto y practicar a solas el rito de coquetería varonil antes de la ceremonia amorosa. Después del largo baño perfumó su cuerpo con un paño untado en un aceite oriental, estrenó una bata de seda china y preparó la habitación para transformarla en un lugar único: que el paso del tiempo no desdibujara su recuerdo.

De su valija fueron saliendo velas perfumadas, estatuillas de porcelanas representando infinidad de posiciones amorosas, máscaras de sonrisas enigmáticas y sugerentes tapices de seda. Cambió la ubicación de la cama y el espejo y por último colocó una gota del aceite, sobre la bombilla de luz, dejó que el perfume invadiera la habitación y la apagó sustituyéndola por las velas. Apenas éstas comenzaron a arder, mezclando el olor de la cera al aroma dulzón del perfume, llegó Elisa. Se miraron. Tal vez se saludaron. La mirada de ambos resbaló y subió desde los pies hasta el alma, se sostuvieron como espada de fuego que escarba la piel con dulce lastimadura. Cada cual buscó en el otro las huellas del tiempo, asombrados de descubrirse idénticos y cambiados.

Hasta que por fin se funden en un abrazo silencioso, cargado de promesas, que se prolonga hasta que el tumulto de sus pechos estremecidos por cien palomas volando se apacigua.

Por fin estaban juntos. Después de tanto tiempo, de tanta vida gastada.

Él tembloroso como un adolescente en su primer encuentro amoroso, la guió a tientas, aturdido por un tropel de imágenes, hasta la amplia y mullida cama, y descubre en el espejo su propio desconcierto, volteó entonces suavemente la cara de ella hasta que sus miradas se encuentran, desvalidas y felices, en la superficie de cristal. Muy lentamente la fue despojando de sus ropas, besando cada espacio liberado de su cuerpo. Ella desató la bata que suavemente resbaló hasta el suelo, y por primera vez mira embelesada la desnudez, la bella y potente desnudez tal como la imaginó tantas veces. Y fueron tanteando, con los ojos, con las manos, con la boca... Ella intuía su prisa y fue guiándole con ayes y gemidos, a andar más despacio. Él comprendió su ritmo y fue ajustándose a la deliciosa lentitud de ella.

Fue desenredando con sus dedos la cabellera torrencial, enterneciéndose con los hilos de luna con que el tiempo la matizó, descendió por la espalda hasta la curva de las nalgas, oprimiendo o aflojando, obedeciendo el mensaje de la piel suavemente erizada.

Recorrió con su boca el mapa tembloroso lleno de colinas y descubrió aromas insospechados, se deleitó con los pechos pequeños y suaves como duraznos maduros, se detuvo en el molusco tierno y rosado de humedad salada de su sexo para aprender su sabor de mar. Ella, como una enredadera estremecida trenzada al cuerpo de él, en una danza suave o brusca, con los ojos cerrados aprisionando bajo los párpados las estatuillas que cobran vida, que danzan al mismo ritmo que ella y él; explora con el olfato abierto a todos los aromas, el olor de levadura fresca del pubis, mordisquea cada músculo palpitante, afina su oído para escuchar el rugido de la sangre recorriendo las venas y arterias desde los pies de franciscana belleza, como un territorio ignorado por el tiempo, hasta el robusto cuello surcado de diminutas líneas que fue llenando de besos para volver a hundir su cara en el musgo oscuro y tantear con su lengua el firme mástil que se yergue perlado de rocío salado.

Chiquita Barreto Burgos
Con el alma en la piel



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- 02/04/20 Escápate a la lectura: El pan nuestro de cada poesía

- 01/04/20 Escápate a la lectura: Historias de antes y de ahora
- 31/03/20 Escápate a la lectura: El mundo entre páginas
- 30/03/20 Escápate a la lectura: Del amor al amor
- 27/03/20 Escápate a la lectura: Comparte la vida