15MÁLAGA. 15/12/11. Germán Ortega.  La petición de un sistema democrático real se ha convertido en un grito de guerra para buena parte de la población que ha salido estos últimos meses a las calles, en muchos casos, sin llegar a comprender realmente lo que subyace...

15MÁLAGA. 15/12/11. Germán Ortega.  La petición de un sistema democrático real se ha convertido en un grito de guerra para buena parte de la población que ha salido estos últimos meses a las calles, en muchos casos, sin llegar a comprender realmente lo que subyace en el fondo de la demanda. Uno de los coordinadores de 15Málaga / EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, Germán Ortega, analiza esta reivindicación y sus consecuencias.

¡¡¡ Lo llaman democracia y no lo es!!!

TAN repetido y coreado en todas las manifestaciones del 15-M, que se ha convertido en un eslogan banalizado, sin reparar en la gravedad de su contenido. Tal vez alguien pueda pensar, especialmente la generación que tanto peleó para que la democracia llegara a este país, que este grito es un exceso, un alarido frívolo de una juventud que no conoció tiempos peores… por suerte.

WOODY Allen, en uno de sus célebres y geniales aforismos, sentenciaba: “La democracia es la mejor forma de gobierno que ha inventado el hombre. Y esto que tenemos… pues no está del todo mal”.

PODEMOS adoptar una postura conformista, y pensar que estamos mejor que nunca en términos de participación ciudadana en la vida política, cosa que es cierta; o podemos ser críticos, ambiciosos con nuestros derechos y libertades y reclamar algo más.

COMO decía, la gravedad de poner en tela de juicio la legitimidad de nuestra democracia no es cuestión baladí. Gritar “lo llaman democracia y no lo es” entraña una gran responsabilidad, puesto que supone una crítica rotunda a la raíz y los valores de nuestro sistema socio-político.

¿QUÉ puede llevar a la ciudadanía a realizar esa crítica tan mordaz y feroz? Un simple sentimiento visceral de indignación ante una situación desesperada… o un pensamiento más racional, el cual te hace ver las grandes posibilidades que ofrece el sistema democrático pero lo pobremente que se está desarrollando. El nivel de degradación al que se está viendo sometido. La farsa que actualmente representa. No tengo más remedio que estar de acuerdo con nuestro sarcástico amigo Woody.

ES ciertamente triste ver como el poder legítimo del pueblo (eso es lo que significa democracia)  se lo apropian unos pocos a los que nadie ha votado; y a los que hemos votado, nuestros representantes legítimos, los que han de defender nuestros intereses… se esconden pusilánimemente tras unos preceptos de teoría económica que dicen que lo mejor va a ser que no hagan nada, porque los políticos son muy torpes y no saben cómo gestionar la economía de un país. Porque al fin y al cabo esto es lo que dice la doctrina neoliberal: menos Estado y “dejar hacer” a los mercados. Menos impuestos, menos control a los sistemas financieros, liberalizar el mercado laboral, menos gasto público porque es ineficiente… y un largo etcétera que conduce directamente a ir anulando progresivamente el papel del Estado; a ir atándole las manos con presupuestos cada vez más raquíticos que la única opción que deja es la de recortar y privatizar servicios públicos.

DESDE luego, resulta cuando menos cómico (reír por no llorar), ver como detrás de todos estos discursos con los que nos han estado machacando a modo de mantra durante la reciente campaña electoral, lo que realmente subyace es la negación de la política, la negación de ellos mismos, de esos que lo van repitiendo de pueblo en pueblo y de medio en medio. Cada vez que un político dice que va a bajar los impuestos empiezo a verlo más etéreo, se difumina y su presencia comienza a ser cada vez más liviana… Como ese actor borroso y desenfocado, que el gran Allen planteaba de forma surrealista en su película ‘Desmontando a Harry’. Un actor que se presenta desenfocado ante la cámara no tiene presencia, no sirve para nada.

UN proceso igual de surrealista y paradójico está ocurriendo con nuestros políticos hoy. Se presentan ante las cámaras para hablar a la ciudadanía vacíos de contenidos, desenfocados en definitiva, puesto que no conseguimos sentir su presencia, ni vislumbrar nada de lo que proponen, nada de lo que pretenden hacer para recuperar ese poder que generosamente le hemos otorgado y que irresponsablemente se han dejado arrebatar.

Y quién nos gobierna entonces, cabría preguntarse. Los mercados, podríamos respondernos sin riesgo a errar. Y quién son los mercados sería la pregunta inmediatamente a colación. Las grandes empresas y los Bancos, sería una respuesta fácilmente contrastable. Y cómo han llegado a articular tanto poder, debería ser la inquietante cuestión que nos asaltara. A través de una serie de acrónimos de dudosa legitimidad y nula transparencia democrática, me refiero a FMI, BCE, BM (Banco Mundial), UE, etc… los cuales definen el escenario adecuado para propiciar el ultraje. Si no me creen pregunten al defenestrado Papandreu, que ante el más mínimo atisbo de validar democráticamente unas medidas de ajuste que van a condenar a sus ciudadanos a la precariedad, lo han “exhortado” a salir del gobierno griego por la puerta de atrás, con toda probabilidad directamente al consejo de administración de alguna suculenta empresa o entidad financiera. Y qué me dicen del nuevo presidente de Italia, Mario Monti, hombre de confianza de Goldman Sachs, el cual va a ostentar el gobierno de la república sin haber sido nunca votado. Ídem con Papademos, ex vicedirector del BCE y dispuesto a dirigir los designios de Grecia. Gobiernos de tecnócratas para dar estabilidad a los mercados, argumentan desde las estancias superiores de la UE. La crisis económica en vez de actuar como una purga de la democracia limpiándola de todo aquello que nos ha llevado al hoyo, paradójicamente la ensucia y denigra aún más, sufriendo las consecuencia aquel sobre el que etimológicamente recae el poder.

DEMOCRACIA: Según la RAE del griego “Demos” (pueblo) y “Kratos” (poder o gobierno):

-                      -     Doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno.

-          Predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado.

PARECE que para representar la farsa ya no importa si quiera hacerlo a cara descubierta. Que continúe la tragedia griega, pero exijamos al menos una buena representación.

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