CICO 22/10/13. Manuel G. Borrego. El estudiante de 4º de Periodismo y también redactor del suplemento CICO / EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com realiza un reportaje sobre la transparencia en la Universidad de Málaga. La institución académica asciende en las tablas andaluzas que realiza la Fundación Compromiso y Transparencia pero obvia informar sobre sus cuentas o sobre quién constituye sus órganos de gobierno.

Transparencia y apariencia: la UMA mejora en los rankings pero sigue sin hacer pública la información sobre el estado financiero o el Claustro

HACE apenas un par de semanas, el gabinete de prensa de la Universidad de Málaga (UMA) anunciaba a bombo y platillo a través de sus distintos canales de comunicación la buena nueva: la UMA encabeza, junto a la Universidad de Almería, el ránking de transparencia de las universidades andaluzas. Eso es lo que dice un estudio la Fundación Compromiso y Transparencia (FCyT). La nota también resaltaba cómo, junto a la de Cantabria, la de Málaga es la institución docente que más ha mejorado con respecto al mismo informe del año pasado, y apuntaba a la puesta en marcha del portal ‘UMA Transparente’ como principal impulsora de la proeza. Claro que no es oro todo lo que reluce.

LO primero que cabe preguntarse es si los motivos de esa pronunciada escalada residen en la voluntad y el buen hacer del equipo de Rectorado a lo largo del último año o en la opacidad que imperaba en la UMA hasta el año pasado, la cual facilita cualquier progreso. Probablemente se deba a una suma de ambos elementos. Y para muestra, los datos. En 2011, la UMA cumplía únicamente 6 de los 25 indicadores que mide la FCyT, una cifra que en 2012 ha crecido hasta los 18. Es decir, podría decirse que, en base al clásico sistema decimal, la UMA ha conseguido en la recuperación una puntuación de 7,2 sobre 10 tras haber fracasado estrepitosamente en la anterior evaluación, donde apenas llegó al 2,4. Algo que, por cierto, no llegó a difundirse como nota de prensa.

RESULTA innegable que colocarse como la octava universidad española en cuanto a transparencia y empatar por el primer puesto en Andalucía es una noticia positiva, más aún cuando el informe del año pasado destapó las vergüenzas de la entidad. Sin embargo, los datos admiten varias lecturas. Los 18 puntos sitúan a la UMA fuera de la categoría de universidades transparentes –donde de momento sólo hay dos centros– y la encuadra dentro de las translúcidas, lejos del umbral de las opacas. Además, los siete puntos que la UMA incumple emiten señales preocupantes.



LOS indicadores que dictaminan el grado de transparencia de cada organismo se dividen por grupos. En los de plan estratégico y misión de la institución, así como en el de alumnos –que engloba la información sobre ayudas y becas, sobre estudiantes matriculados, etcétera–, la UMA cumple el 100% de los indicadores. Lo mismo ocurre en la categoría de demanda y oferta académica –responsable de las solicitudes de matrícula o oferta de títulos–, la de gobierno –composición del órgano y estatutos– y la de resultados, que abarca entre otros contenidos los famosos test de satisfacción que ya se abordaron en otros reportajes de este suplemento (ver AQUÍ). El apartado de personal, que incluye la información sobre el propio personal y las bandas salariales, también aparece debidamente reflejado en la web según la FCyT.

NO obstante, la cosa se complica al llegar a los indicadores económicos y, sobre todo, a los del Claustro. La UMA sólo muestra la mitad de la información que debería en relación a los asuntos económicos, y ninguna sobre el Claustro. De hecho, este último caso es especialmente sangrante, ya que aunque existe un enlace en el portal ‘UMA Transparente’, éste sólo aloja diez artículos sobre sesiones pasadas. La última de ellas está fechada a principios de 2010, hace más de tres años; la primera, en 2002. No es de carácter público, pues, el nombre, la categoría, el currículum y la distinción del profesorado que forma parte este órgano gubernamental de la Universidad de Málaga, como demanda la FCyT.

EN materia económica, la UMA da una de cal y otra de arena. El presupuesto está perfectamente desglosado en sus casi 200 páginas, donde también se plasman los ingresos por orígenes y los gastos de aplicación con todo lujo de detalles –véanse los 100.000 euros de gas o los 150.000 en postales–. No ocurre así con los estados financieros, donde teóricamente deben figurar el balance y la cuenta de resultados, y tampoco con la memoria explicativa de las cuentas generales. A esto se le suma un tercer indicador de menor importancia en términos relativos como es el informe de la auditoría, por lo que se entiende que si lo ha habido se ha perdido entre el marasmo burocrático.

EN definitiva, el avance de la UMA en términos de transparencia ha sido considerable y necesario para una institución de este tipo, pero al mismo tiempo resulta intolerable que no se proporcione ningún tipo de información sobre el balance de resultados o la memoria de las cuentas, aspectos fundamentales para comprender y monitorizar el funcionamiento de una universidad. Tampoco se explica que el claustro, donde quedan representadas todas las partes que conforman la comunidad universitaria, sea un organismo completamente opaco y desactualizado.

A la UMA le queda un largo camino por recorrer para poder hablar de verdadera transparencia, aunque ésta no sea la meta en sí misma sino una mera parada en la senda hacia la tan proclamada excelencia. Una palabra que, aunque suena cada día más hueca que el anterior, sigue sirviéndole a más de uno para llenarse la boca. A ver si se van a empachar.

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