CICO 22/10/13. Isabel Bellido. La falta de aulas para los alumnos de la Universidad de Málaga siempre ha sido un tema recurrente en el suplemento CICO / EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com. Pero, a pesar de las continuas quejas de los estudiantes, la problemática no solo persiste, sino que se acentúa. El malestar entre los universitarios queda retratado en esta información realizada por la estudiante de 4º de Periodismo y colaboradora de este suplemento, Isabel Bellido.
De las aulas a los aularios: saturación en las clases de la UMA
“MAÑANA de 10.30 a 13.30 2º de Historia del Arte UMA, protesta dando clases en las escaleras por no tener aula en la facultad”. El pasado lunes día 14, Marina Esteve (estudiante de segundo curso de Historia del Arte y representante de su clase en el Consejo de Departamento de la Universidad de Málaga) ya advertía con este mensaje de lo que iba a ocurrir a la mañana siguiente a través de Twitter. Apurando los 140 caracteres, Esteve anunció a varios medios de comunicación locales, colectivos de la Universidad y hasta a la propia rectora, Adelaida de la Calle, que iban a protestar durante tres horas sentados en los escalones de la facultad Filosofía y Letras por carecer de una clase para ellos en dicho centro, ya que hasta ese momento estos estudiantes cursaban sus asignaturas en el Aulario López Peñalver, situado a quince minutos de la facultad a la que, teóricamente, pertenecen. Sin embargo, en la práctica, estaban demasiado alejados de la biblioteca, los despachos de los profesores y de la cafetería, aunque aseguran que esto último “es lo de menos”. La protesta consistió en seguir la tónica habitual de las clases, demostrando así su mayor demanda: querían dar clases en su facultad. “Aunque sea en la escalera”, comentaba Esteve. “Aquí estamos más cerca”.
DURANTE aquella protesta, Sebastián Fernández, Decano de la Facultad de Filosofía y Letras, se personó tras conocer la situación. “Que quede claro que la distribución de los espacios en los aularios no corresponde a los decanatos, sino al Vicerrectorado de Infraestructuras”, aclaraba el Decano, apuntando como responsable al director de Secretariado de Obras, Conservación y Sostenibilidad, Carlos Rosas. “Concretamente, él es el que distribuye los espacios”. De acuerdo con las palabras de Marina Esteve, el segundo día de protesta en las escaleras de la facultad, el equipo decanal informó a los alumnos de Historia del Arte sobre la disposición de un aula en la facultad para los lunes y para los viernes. Pese a eso, los estudiantes solicitaron la sala María Zambrano para el resto de días de la semana. “Para el jueves ya nos habían facilitado un aula, con tal de que no diésemos más clases en la calle”, cuenta Esteve. Finalmente, tras una reunión con el Decanato y con el Departamento, los estudiantes ya tienen donde dar clase. “Nos propusieron un horario que hemos aceptado: tres días en la facultad y otros dos en el aulario Gerald Brenan”, cuenta la representante de alumnos, que cree que, tras dos semanas utilizando la vía administrativa, sólo empezaron a darles soluciones a partir de aparecer en varios medios de comunicación, a pesar de haber emitido dos instancias sin respuesta desde el primer día de curso.
ESTE suplemento ha intentado ponerse en contacto, sin éxito, con Carlos Rosas, director de Secretariado de Obras. Sin embargo, desde la Universidad de Málaga sostienen que desde finales de junio del año pasado existía un acuerdo entre el Vicerrectorado de Campus y Sostenibilidad y el Decanato de la Facultad de Filosofía y Letras relativo a la distribución de los estudiantes en las aulas. Las únicas aulas disponibles para, al menos, cien alumnos se encuentran en el Aulario López Peñalver, ya que la facultad no dispone de éstas. La postura oficial de la Universidad de Málaga es que el centro no puso ningún reparo de acuerdo a esta asignación. Ahora que ha surgido el problema, el Vicerrectorado ha ofrecido clases más cercanas a la facultad pero en horario de tarde, porque por la mañana, insisten, resulta imposible. Tanto como emprender la construcción de un nuevo aulario, dada la grave situación económica.
PARA los alumnos de segundo curso de Historia ha habido una solución similar, aunque temporal. Sus profesores también les imparten clases desde el primer día de curso en el Aulario López Peñalver. Sus quejas son idénticas a las de sus compañeros de Historia del Arte. “La lejanía entre nuestra facultad matriz y el aulario donde estamos provoca que muchos profesores acudan tarde a clase, la alarmante falta de aparcamiento en las cercanías del López Peñalver nos obliga a pagarles 1 euro a los gorrillas o a estacionar el coche cerca de la Biblioteca General”, cuenta Javier Velázquez, estudiante de Historia afectado, que sigue enumerando problemas. “No funcionan ni la calefacción ni el aire acondicionado, la acústica del aula es horrible y la visibilidad de la pizarra es casi inexistente. Y para más inri, junto al aulario están construyendo un edificio, lo que sumado a los ruidos provocados por las ambulancias que entran y salen del hospital vecino, nos dificulta concentrarnos”, explica. Tras una reunión que los estudiantes de esta clase tuvieron el pasado viernes con profesores y personal del Decanato, Velázquez cuenta que han llegado a una solución “parcial y temporal”. “Nos han dado a elegir entre tres opciones: seguir como estábamos, aceptar un horario que conlleva tener que estar continuamente cambiando de clases, y la que hemos elegido: aceptar parcialmente ese horario, permaneciendo en el aulario los martes, miércoles y jueves”. Pese a este acuerdo provisional, el Decano de la facultad de Filosofía y Letras se ha comprometido a ponerse en contacto con la rectora de la Universidad de Málaga para hacerle saber que el alumnado de 2º A del Grado de Historia acepta esta solución parcial a cambio de una solución definitiva de cara al segundo cuatrimestre.
Y del López Peñalver al Gerald Brenan. Los aularios, con nombre y apellidos, son temas especialmente candentes este año entre muchos de los estudiantes de la UMA, que se ven confinados en ellos por no tener espacio en sus facultades. Especialmente después de que el Aulario VI, cuyo reciente levantamiento costó más de 700.000 euros, continúe cerrado debido a que sus instalaciones están construidas demasiado cerca de una torre de alta tensión. Su apertura fue permitida por el Ayuntamiento de Málaga. Por este motivo, varios cursos de Publicidad, Comunicación Audiovisual y Periodismo aún dan clase en el sótano del Aulario Severo Ochoa, un antiguo garaje. Junto a ellos, también reciben clases los estudiantes de segundo de Logopedia. Inma García, como tal, estudia en el sótano del Severo Ochoa bajo unas condiciones de las que este suplemento ya se hizo eco (ver Las ruinas de Bolonia: cómo la UMA usa sótanos para dar clases). “Una de nuestras profesoras nos dijo que estábamos dando clase ahí por falta de espacio en la facultad de Psicología”, cuenta la estudiante. Pero, el problema, dice García, no es tanto el sitio como el hecho de no saber a quién recurrir a la hora de solucionar los problemas técnicos que surgen. “El tema del sonido y de los altavoces, entre otros, es horrible. Y el quién soluciona eso es siempre una pregunta sin respuesta, hasta para nuestros profesores”, confiesa.
EL problema de la saturación en las aulas se extiende hasta la ampliación del campus de Teatinos, donde las facultades son de reciente construcción. Irene Cejudo, estudiante de cuarto curso de Enfermería, debería de estar dando clases en la nueva Facultad de Ciencias de la Salud, inaugurada recientemente en la ampliación del campus universitario. Sin embargo, a ella y a sus compañeros los han trasladado provisionalmente a un aula del Gerald Brenan por “problemas de mobiliario”. “Se supone que para noviembre ya estaremos dando clase allí”, cuenta la estudiante. Por otro lado, y en la misma zona, Ana Bellido estudia Marketing e Investigación de Mercados en la Facultad de Comercio y Gestión, en una clase “muy estrecha y con tres hileras de bancos”. “Para que salga uno que esté sentado en la mitad, tienen que levantarse todos los que estén a su lado”, cuenta Bellido. “En mi clase seremos unas sesenta personas. Nunca he visto tanta gente en mi facultad, en parte porque mi carrera era nueva cuando entré y ahora hay hasta cuarto curso”. Por su parte, Marta Torres estudia tercero de Podología, también en la ampliación, aunque en la nueva Facultad de Ciencias de la Salud mencionada anteriormente. Acaban de trasladar a su clase al nuevo edificio y ya tienen problemas de espacio. Eso sí, sólo en las clases prácticas. “Somos muchos, y hay muy pocos materiales. Cuando la profesora enseña una técnica, es difícil verla bien debido a la cantidad de gente que somos”. La estudiante cuenta que, aunque hay establecidos dos grupos de prácticas, algunos profesores se ven en la obligación de organizar tres, debido a esta problemática. “Estos profesores son conscientes del problema y trabajan más tiempo cobrando lo mismo”, añade.
LA alarmante situación económica de la Universidad de Málaga queda reflejada en conflictos como estos, que bien pueden resultar un mal menor, ya que tanto el Decanato de la facultad como el Vicerrectorado responsable comparten la opinión de que su deber es ofrecer tantas aulas como alumnos matriculados haya, aunque éstas se encuentren a más distancia de la facultad matriz de la que les gustaría a los estudiantes, o aunque no cuenten siempre con la calidad que se espera de ellas. Y es que, a veces, de las aulas a los aularios hay un verdadero trecho.
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