OPINIÓN. La Provincia del Paraíso
Por el Colectivo Eloy Herrera Pino
25/01/16. Urbanismo. ¿Ha pretendido recuperar el arquitecto Seguí la policromía original del Miramar viéndolo en una foto en blanco y negro? El futuro Gran Hotel de cinco estrellas de La Malagueta ya se ve por el barrio blanco, y la falta de costumbre sorprende a propios y a extraños. No faltan los comentarios de sorna o los cabreos, como recoge y analiza el Colectivo Eloy Herrera Pino en este...
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El Palacio Miramar, desteñido tras las reformas de José Seguí. El inmueble pierde en su fachada la policromía de ocre y beige, pero recupera el ‘blanco seda’ que eligió el arquitecto original. Los vecinos, patidifusos
EL Hotel Príncipe de Asturias que pasó a ser el Palacio Miramar, los Juzgados hasta principios de milenio, y de nuevo será un recinto hotelero, han dejado el color por su travesía. La considerada obra cumbre del arquitecto Fernando Guerrero Strachan, uno de los creadores que más impronta dejó en Málaga, ha perdido el color tras las reformas del arquitecto José Seguí. Sus coloridos aleros y tejados ahora pasan de ser beige, ocre, con motivos árabes, platerescos o salmantinos, a ser blancos y verdes, arrojando una imagen inédita de lo que había sido este enorme edificio que desde este año será un hotel de lujo y de cinco estrellas.
DE Hotel Príncipe de Asturias a Hotel Miramar, de Hotel Miramar a Palacio de la Justicia, y de Palacio de la Justicia al abandono absoluto por más de siete años. Ha tenido que esperarse hasta este 2016 para que el Ayuntamiento de Málaga tenga casi por desbloqueado el asunto del Miramar, un enorme y voluminoso inmueble de principios del siglo XX que se convertirá en el primer Gran Hotel de cinco estrellas de la capital. Sus trabajos, dirigidos por el estudio del arquitecto José Seguí, siguen dando que hablar. Nada se puede discutir de los elementos perdidos como varias especies arbóreas protegidas (por las que el Ayuntamiento de Málaga abrió los correspondientes expedientes, sobre los que nos detendremos a posteriori). Pero si de algo se habla en el barrio estos días (y figúrense si controlamos de habladurías, cuando este colectivo es vecino del mismo) es del nuevo viejo nuevo (sí, así) color del Miramar. Seguí y los suyos (y los medios que van con los suyos, va de suyo, valga la redundancia…) han optado porque el palacio recupere su ‘blanco seda’, que según defiende el arquitecto contemporáneo es el tono que eligió en primera instancia Fernando Guerrero Strachan, el arquitecto que erigió este edificio allá por 1920.
EN su estudio, Seguí y los suyos afianzan su decisión explicando que su objetivo es “recuperar todos los rasgos característicos originales proyectados por su autor Fernando Guerrero Strachan y las decoraciones del pintor Enrique Jaraba, como son la individualización de los volúmenes y los tejados a distintas alturas, así como otros aspectos como los polícromos paneles de trencadís, que denotan una novedosa influencia modernista también apreciable en los herrajes decorativos y cubiertas a distintos niveles con grandes aleros y con volúmenes diferenciados o las magníficas decoraciones de los techos de los salones” ya destruidos. También destaca “el juego de policromía de su fachada, combinando los paramentos de color original con de las pilastras almohadilladas y los refuerzos angulares, la pintura del pabellón, la cerámica del barandal de la terraza y los aleros, los jarrones, etc., que le aportan la atractiva e importante "modernidad" que con mucho acierto implementa el arquitecto Fernando Guerrero Strachan“.
LA obra no se ha culminado pero a día de hoy de esa policromía solo se aprecia en matices blancos y verdes, como una bandera omeya. Antes predominaban muchísimos tonos más, ese beige, ese ocre, o ese muro que sigue envolviendo la obra con lonas para evitar que curiosos o periodistas (a cada cual más peligroso) hagan fotografías sin permiso. ¡SIN PERMISO!
PUES eso que decíamos. Las habladurías del barrio son las que son, y aunque puede ser que sea eso del impacto visual temporal, de la falta de costumbre, lo cierto es que poca gente anda contenta con el nuevo hotel en blanco. Y no sobra quien, con sorna, se pregunta si los nuevos propietarios del palacete han confundido restaurar el color original del edificio al verlo en una foto de las de antaño. Ya saben. En una de esas en las que todo se veía o negro… o blanco.
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