PSOE e IU insisten en que la mejor alternativa es el metro en superficie, mientras que el PP recaba firmas para oponerse. Ofrecemos a partir de hoy opiniones diversas
12/02/13. Urbanismo. En 2004 una unión temporal de empresas se adjudicó la explotación durante 30 años de las dos primeras líneas del metro de Málaga. La UTE, encabezada por FCC, ofrecía la tarifa técnica más barata sin subvencionar. La oferta se cerró en 403,7 millones de euros, pero la actual crisis ha cambiado sustancialmente el panorama . De realizar el tramo del centro soterrado, como estaba previsto, el metro costaría 900 millones de euros, según publicó el domingo Sebastián Sánchez en el diario Málaga Hoy. Es más del doble de lo previsto en un principio, y supera holgadamente las previsiones actuales de 620 millones de euros. EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com pulsa en esta información la opinión de una primera tanda de reconocidos expertos sobre cómo debe hacer su recorrido el metro en la Alameda: bajo tierra o en la superficie. El gobierno municipal, el autonómico y las fuerzas políticas ya tienen sus posturas, y el consenso se antoja cada vez más complicado.
CASI una década después de cerrar la oferta de la UTE que encabeza FCC para la construcción y explotación de las obras del metro, la coyuntura actual obliga a replantear muchas cosas. Por ejemplo, el recorrido en el tramo crucial del servicio: la Alameda. La Junta de Andalucía, gobernada por el PSOE e IU, insiste en que la mejor solución para finalizar las obras cuanto antes es que el metro no transcurra soterrado. Manuel García, delegado territorial de Fomento y Vivienda de la Junta en Málaga, reiteró hace unas semanas la disposición de su departamento a dialogar con el municipio, haciendo hincapié en que la mejor alternativa para el tramo en cuestión, en “términos sociales, ambientales y de movilidad, es el metro en superficie”. Un discurso similar se recoge en la oposición municipal. Ana García Sempere, reciente incorporación como concejala en el grupo municipal de IU, declaró a esta revista que la propuesta de su partido respecto al metro en superficie “es la que es, porque si no, no va a ser posible”. “Hay todo un argumentario económico, sostenible y de plazos, que así lo indica. Va en la línea de lo que entiende IU que tiene que ser el transporte público”. Sempere insistió en los plazos y en el coste de un posible metro soterrado en el tramo de la Alameda: “Además de muchísimo más caro es algo que llevara construir muchísimo tiempo”.
EL argumento no convence en las instituciones malagueñas. Elías Bendodo, presidente de la Diputación, acusó hace una semana al gobierno autonómico de querer abrir “una brecha en todo el corazón de la urbe”. El PP malagueño ya se ha movilizado y ha iniciado, con la implicación de Francisco de la Torre y otros dirigentes populares de la región, una campaña de recogida de firmas. Por el momento 35.000 malagueños –los mismos que militan en el PP- han dicho que no al metro en superficie que plantea la Junta y la oposición municipal. Pero ni con un millón de firmas podría el PP finalizar unas obras de un metro soterrado en la Alameda dentro de un plazo razonable. Realizar la intervención tal y como estaba prevista, con un metro que transcurra bajo tierra, supondría un sobrecoste que asciende el precio del proyecto a los 900 millones de euros, lejos de los 620 millones previstos en la actualidad y aún más lejos de los 403 que se calcularon cuando el metro era un proyecto esbozándose. No hay fondos para acometer semejante inversión. Y la Junta no espera que haya tales fondos hasta dentro de unos años, cuando capee el temporal de la crisis económica.
ALFREDO Rubio es profesor de Geografía en la Universidad de Málaga. Considera que el metro debe ir soterrado. “Primero, porque esto responde a un proyecto que está consolidado, al menos, parcialmente. Otra cosa es que desde un principio se hubiesen decidido otras vías”. Rubio asegura que no soterrar el metro ahora “generará graves problemas para el futuro, porque la zona (Alameda, La Marina, Paseo del Parque, el Ensanche, el puerto), es una pastilla urbana inmensa cuya solución pasa por la eliminación o al menos aminoración del tráfico”. Insiste: “No tiene mucho sentido intentar potenciar el Ensanche de la Alameda levantando una barrera, el tráfico de un tranvía en superficie. Demostraría un problema de conexiones y transversalidad entre piezas de la ciudad”.
FERNANDO Ramos, arquitecto, es de opinión similar. “Ahora incluso se plantea si es necesario tener metro en Málaga. Creo que tenemos que tener asumido lo que ya se ha hecho y plantear unos plazos razonables de ejecución, pero no replantear ahora la infraestructura que se pensó desde un primer momento”. Ramos considera que convertir el metro en un tranvía resulta un “disparate”. “Lo que necesita la Alameda no es añadirle otro sistema de transporte, y eso de que para peatonalizar haga falta meter un tranvía es una falacia. La Alameda ya tiene demasiado tráfico ahora mismo, y eso es lo que hay que reducir. Sin contar que el metro tenía estipulado una frecuencia, una velocidad entre paradas, una estimación de ratio de pasajeros por hora… que podría cambiar totalmente. Además, no hay dinero para hacer la obra, ni en superficie ni soterrado, decir lo contrario es mentir. No hay dinero, por lo tanto, ¿dónde está la urgencia?”. Ramos recuerda que el Ensanche Heredia ha sido siempre una zona muy aislada en Málaga. El metro en la superficie “agravaría la situación”.
ANTON Iván Ozomek, geógrafo, también está en contra de un metro soterrado. “Me da mucho miedo el tema de los árboles. Ya conocemos a las autoridades y sus promesas y garantías acerca de cómo se van a hacer las cosas. Luego se mueren los árboles porque han tocado las raíces y dirán «ah!, era un imprevisto». Es lo que más me preocupa del asunto tras leer a ingenieros agrónomos, botánicos, etc”.
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