Dos personas egocéntricas a las que les gusta dar lecciones protagonizan una escalada de tensiones entre dos organismos municipales. Pero nadie dimite
14/07/14. Urbanismo. Con la polémica de la Plaza Camas aún candente, EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com recapitula cómo empezó este episodio de la política municipal en el que se ha perdido una aportación de fondos comunitarios y supone un gasto de casi un millón de euros en una plaza que no quieren los vecinos por ser una ‘mierda’ (según el lenguaje del arquitecto Pérez de la Fuente).
LOS enfrentamientos entre Francisco Pomares, concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de Málaga, y Pedro Marín, director del municipal Observatorio de Medio Ambiente Urbano (OMAU) acaban de comenzar. Marín, en un principio, confió en llegar a un “entendimiento” con los vecinos para no perder la financiación europea de esta intervención. Poco después decía que él ya advirtió de lo que podía pasar y que la plaza es un horror, lo que ha sentado mal en la Gerencia. Pataletas y enfrentamientos que no eximen de responsabilidad a nadie, pero todavía no ha dimitido ningún cargo.
LA semana pasada, con la reestructuración de su equipo de Gobierno, Francisco de la Torre ponía fin a la crisis municipal que había suscitado en el Consistorio la marcha del hasta ahora edil de Cultura, Turismo y Deporte, Damián Caneda. Pero el regidor popular ahora encara un nuevo y complicado reto: limar asperezas entre Pomares, su edil de Urbanismo, y Pedro Marín, que dirige el organismo municipal que gestiona los fondos comunitarios que recibe el municipio (el OMAU). Lo tiene complicado: Pomares y Marín son dos personas con grandes ego a las que les gusta dar lecciones a los demás sobre cualquier tema, y en especial sobre urbanismo, en el que se creen unos genios. Solo hay que escucharlos (Pomares es una delicia en las comisiones de Urbanismo, en las que ejerce su magisterio, sobretodo, con la oposición). Ahora, una ‘mierda’ de plaza ubicada encima del aparcamiento subterráneo de calle Camas enciende una relación que nunca ha sido buena.
ESTA polémica comenzó en marzo de 2013, cuando la mesa de contratación de la Gerencia Municipal de Urbanismo (GMU) propuso adjudicar la obra que reformaría la cubierta del aparcamiento de calle Camas a Cospel: Construcciones Sergio Pérez López. La adjudicación fue por 820.111 euros, impuestos incluidos, y las obras culminarían en un plazo de seis meses. Las mismas arrancarían en abril del año pasado, según adelantaban algunos medios, pero esto no se hizo realidad hasta el pasado mes de octubre. La plaza ya ha sido abierta al público y apenas han pasado unas escasas semanas, pero ya ha suscitado mucha polémica.
LA reforma pretendía conseguir un fondo comunitario que financiase la intervención en un 80%. Para ello se debía cumplir con una serie de pautas impuestas por la Unión Europea, que pretenden fomentar la participación ciudadana. En este sentido, el Consistorio se reunió con asociaciones de vecinos, con asociaciones de comerciantes, con una Hermandad religiosa, con plataformas culturales… y de poco ha servido. Les escucho, les dijo que haría una cosa y luego hizo otra. Tras su inauguración los vecinos empezaron a lamentar el excesivo alumbrado del entorno, con farolas de una intensidad similar a las de “un campo de fútbol”, según denunciaron. La edil Gemma del Corral, responsable de la zona, se excusó en su momento diciendo que es que antes otros vecinos se habían quejado de la escasa iluminación. Imperó el sentido común y la intensidad lumínica de la plaza disminuyó: algunos residentes afirmaban que se podían incluso duchar sin tener que encender las lamparas de sus casa.
A pesar de que el Ayuntamiento cedió, las críticas no terminaron. Los vecinos vieron con incredulidad el resultado de una obra de 820.000 euros, casi un millón. La indignación no es para menos: pobretones y enormes macetones con árboles que no arrojan nada de sombra y mucho cemento. Así es la nueva Plaza Camas, que ya es conocida así por toda la vecindad y por los medios de comunicación locales (el nombre real de esta localización es Plaza Enrique García-Herrera). Algunos arquitectos de la ciudad expresaron con sorna a lo largo de la semana pasada que semejante proyecto no supone más de veinte minutos de trabajo.
HACE una semana, la cadena Ser entrevistó al edil Pomares (AQUÍ), quien afirmó en las ondas que los cambios que querían los vecinos en la plaza eran mínimos. “Detalles”. El concejal aprovechó la oportunidad para explicar que habían tenido reuniones antes, durante y tras las obras con los vecinos. Explicó que hasta entonces, lo “único” que habían “rectificado” era la dirección e intensidad de las luces. Sin embargo, lo que según el edil son “detalles”, para la presidenta de la asociación de vecinos del Centro Antiguo, Ester Ramírez, es mucho más, quien en el mismo audio explicó que con la inversión realizada, costaba lo mismo hacer “las cosas bien que hacerlas mal”. Pomares mentía, pues, al decir que los vecinos querían pequeños cambios. A la vista están los hechos: a finales de la semana pasada el alcalde dio un tirón de orejas a su edil y se empezó a hablar de rectificaciones mayores. El edil, es verdad, no miente al decir que mantiene reuniones con los vecinos, pero de poco sirven las reuniones si se oye a los vecinos pero después no se les escucha.
MÁS allá del tirón de orejas del alcalde a Pomares, una reacción tibia y casi infantil, no ha pasado nada más. Y es que el asunto reviste gravedad: después de esas primeras reacciones contundentes por parte de los vecinos, el diario Sur logró informar de que la plaza no recibiría la prometida financiación del 80% de Europa (AQUÍ) porque no se habían cumplido las pautas exigidas: el diseño que salió a concurso a finales de año no es igual que la obra realizada. Los 800.000 euros tendrían que ser asumidos por la corporación local, aunque De la Torre se apresuró a decir que ese dinero no se perdería porque se intentaría pedir esa subvención comunitaria en otro proyecto del Consistorio. El alcalde llegó a manifestar la posibilidad de adaptar la plaza de una forma u otra para intentar no perder la subvención, lo que motivó a EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com a presentar una denuncia ante la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude, organismo de la Comisión Europea. La denuncia de esta revista no solo señalaba lo concreto del caso de Camas, sino lo habitual de las intervenciones y usos de los dineros europeos por parte del Ayuntamiento de Málaga: si el alcalde es capaz de realizar estas insinuaciones, que apresuradamente rechazó para explicar que buscarían esta financiación en otro proyecto, ¿cómo saber que estas prácticas no se han hecho ya en otras intervenciones del Ayuntamiento con dinero europeo? Esperemos que se lo expliquen a la Oficina antifraude europea.
ADEMÁS de las variaciones de diseño, la falta de participación ciudadana real hizo que el Consistorio desestimase la semana pasada presentar la documentación al auditor independiente que determinará si la obra merece o no la financiación europea. El concejal de Urbanismo no quiso entrar en los detalles de las causas por las cuales se pierde esta ayuda, pero en la historia entra el responsable del organismo municipal que vela por gestionar estas financiaciones, el Observatorio de Medio Ambiente Urbano. Pedro Marín, según explica el diario Sur, acudió a la reunión de la cúpula de la Gerencia de Urbanismo celebrada el viernes 4 de julio. Cuando se le preguntó por la posibilidad de perder la financiación europea, confió en llegar a un entendimiento con los vecinos.
ASÍ no se entiende que Marín, a los dos días, manifestase en el diario Málaga Hoy (AQUÍ) que la plaza “es un horror” y que “en los 20 años que llevo gestionando fondos europeos no había ocurrido nunca antes”. Según el diario Málaga Hoy, Marín fue el que planteó paralizar las obras de esta plaza cuando detectó que lo resultante no iba a superar la auditoría europea. ¿Cuándo se dio cuenta, si dos días antes confiaba aún en llegar a un ‘entendimiento con los vecinos’ para no perder esta financiación comunitaria? ¿Se dio cuenta después de que toda la oposición en pleno y todos los vecinos empezasen a quejarse? ¿De qué sirve entonces su asesoramiento?
ESTA huida hacia delante de Marín Cots, con su consecuente cornada al edil de Urbanismo, hizo patente el enfrentamiento y la fricción entre el asesor y el concejal, que puede desencadenar una nueva crisis al equipo de Gobierno del Ayuntamiento, algo que el regidor trata por todos los medios de sofocar. De ahí la falta de depuración de responsabilidades y del ‘tirón de orejas’ a Pomares, que no pasará de ahí. Pomares, a Málaga Hoy¸ dijo que “a lo del OMAU” no respondería. Pomares vino a decir que la financiación europea era solo una “posibilidad”, y no un hecho, a pesar de que los logos comunitarios figuraban en los papeles de proyecto. Esta destemplanza valió para que Pedro Marín comenzase a cargar contra el concejal, que llegó a decir en la Ser que ha habido “falta de control” (AQUÍ). Y a Pomares no le ha sentado bien.
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