Los portavoces de la oposición Eduardo Zorrilla (IU) y Sergio Brenes (PSOE) soportaron sus malos modos en la celebrada ayer

24/07/14. Urbanismo. “¿El Observador? ¿Eso qué es?”. Esa es la respuesta que el edil Francisco Pomares, concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de Málaga, daba ayer a EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com justo después de que culminase la reunión del consejo de administración de la Gerencia Municipal de Urbanismo (GMU), cuando un redactor de esta publicación se le identificó para intentar hablar de algunos temas.

A Pomares se le planteó tener una comunicación normal con esta revista. Dijo que ya tenía esa “comunicación fluida”, pero “con los medios de comunicación”, añadió con sorna.

POMARES, acto seguido, dio la espalda al redactor de
EL OBSERVADOR. Lo hizo con el mismo desprecio y falta de educación con las que dirige las sesiones en las que el consejo de administración de la GMU se reúne. Un desprecio y falta de educación que tienen que soportar miembros de la corporación local, concejales del Ayuntamiento de Málaga en la oposición. Así trató a Eduardo Zorrilla, portavoz del grupo de Izquierda Unida, y al edil Sergio Brenes, del Grupo Municipal Socialista. La anécdota que esta información relata al principio es un simple chascarrillo que describe al protagonista del mismo, pero es toda una categoría que pone de relieve, sin embargo, la actitud prepotente y déspota del concejal Pomares hacia el resto de sus compañeros concejales que ostentan el mismo cargo que él en el Ayuntamiento de la ciudad.

EL consejo de administración de la GMU, que se había reunido minutos antes de la anécdota relatada, estuvo presidido por el alcalde, Francisco de la Torre, que también mantuvo una breve conversación con el redactor de esta revista. Sus palabras fueron amables y normales, mostrando el interés del regidor por la marcha de la publicación y dejando de manifiesto la muy de agradecer aptitud política de un educado “profesional”.


LA
sesión, aun con la presencia de Francisco de la Torre, comenzó a los diez minutos de marcar el reloj las nueve de la mañana. Arrancó con retraso (se había convocado a en punto) y se trataron con celeridad. El regidor se limitaba a enumerar el punto a tratar en la sesión y Victoria del Río, vicesecretaria delegada, leía su enunciado. En caso de que ningún miembro de la oposición solicitase el turno de palabra se pasaba rápidamente al siguiente punto del día, sobreentendiendo su aprobación. Eso provocó que el portavoz de IU, Eduardo Zorrilla, llegase a pedir la palabra a turno pasado.

EL debate se enconó en varios asuntos, especialmente en el punto final de ruegos y preguntas, en el que Zorrilla preguntó por una información publicada ayer en La Opinión de Málaga (ver AQUÍ). El portavoz de Izquierda Unida quiso saber si el alcalde podía aportar algo más de información al respecto, pero tanto De la Torre como el edil Pomares tiraron de sorna para referirse tanto a Zorrilla como al portavoz del PSOE en el consejo, Sergio Brenes. Zorrilla quiso saber si realmente hay una investigación de la Guardia Civil sobre una recalificación del suelo en Churriana, y si se ha pedido información al Consistorio. El primer edil explicó que el convenio que se firmó para recalificar esa parcela es “público y abierto” y Zorrilla respondió que no estaba preguntando eso. Brenes también se sumó a las pesquisas de su compañero de la oposición, a lo que el alcalde prometió al concejal una “copia del convenio”, en caso de que “no sepa” acceder a ella. Solo tras la insistencia de Brenes, el alcalde dijo confiar en la justicia y decir no tener más información que la que se había publicado en La Opinión. Eso sí, se valió del uso de la sorna y de la ironía para reír, junto a su segundo, Pomares, del titular de este medio, que hacía referencia a las sospechas sobre “la cúpula” de Urbanismo. El alcalde llegó a explicar sonriendo que habían subido en el ascensor con su equipo gerente y había aprovechado la ocasión para preguntarle a los miembros del mismo si estaban “bajo sospecha”.


DONDE
no hubo tanta sorna e ironía fue en algunos de los debates que se dieron previamente a lo largo del consejo, donde también reinó la destemplanza y el despotismo. Por ejemplo, al asunto de la demolición de palacetes en la calle Somera o del palacio de la Sonora en la calle Granada, los ediles Zorrilla y Brenes quisieron manifestar el descontento de IU y PSOE con la política local sobre el patrimonio. El alcalde presidente explicó que ningún punto del día contemplaba la demolición o destrucción de un edificio histórico o de interés histórico no protegido, sino la solicitud a los propietarios para que acometiesen la “rehabilitación” de los mismos. El argumento no valió en la oposición, que recordó la gran cantidad de edificios históricos destruidos en los últimos años. Pomares, también con sorna e impartiendo otra lección, “quiso” recordar a los ediles Zorrilla y Brenes que las rehabilitaciones a acometer competen a los propietarios, “y no al Ayuntamiento”. Sin ocultar una sonrisa irónica, Pomares explicó “que el estado de conservación es deber del propietario”. Zorrilla le pidió que no volviese a hacer aclaraciones de este tipo, consabidas, y tanto él como Brenes volvieron a arremeter contra la política del Consistorio. Salió el ejemplo de los cines Astoria y Victoria, que habían tenido que ser intervenidos de urgencia aun siendo propiedad del propio Consistorio, porque según el edil de IU, “se caían encima de los transeúntes”.

EL alcalde aludió entonces a las competencias de la Junta de Andalucía en materia de patrimonio, que fueron aceptadas por la oposición. También apelando a las competencias de la autonomía se trató el asunto de las tecnocasas que se construirían en Lagunillas, precisamente un proyecto que firmaba el mismo arquitecto que firmaba la rehabilitación del palacio de la Sonora, de calle Granada: Salvador Moreno Peralta. A este nombre acudió el alcalde, De la Torre, para explicar las deficiencias del gobierno andaluz y su falta de interés en Málaga. Efectivamente, Moreno Peralta, recientemente y en declaraciones exclusivas a esta revista, reprochó al gobierno andaluz la apatía que acabó con la iniciativa para construir estas viviendas que revitalizarían el barrio del centro. Sin embargo, Moreno Peralta no cargaba solo contra la Junta: hacía extensibles sus críticas a la propia Gerencia de Urbanismo (ver El arquitecto Salvador Moreno Peralta carga contra las instituciones: “La gente no sabe bien en manos de quién estamos: si tuvieran que tramitar cosas sabrían que hay un aparato engrasado para que no salga nada”).


AL
final de la reunión entraron en la sala concejales como Luis Verde, de Juventud, Raúl López Maldonado, de Movilidad o Carlos Hernández Pezzi, edil no adscrito. Querían discutir con Pomares, Zorrilla y con Brenes la celebración de una comisión posterior. La sala de reuniones del consejo, que se emplaza en la novena planta del Edificio de Usos Múltiples del Consistorio, al lado de la desembocadura del río Guadalmedina, tardó varios minutos en llenarse. Fuera de sus puertas, sobre unos estantes, se encontraban enormes archivadores con etiquetas que describían sus contenidos. “Costas”. “Baños del Carmen”. “Astoria”. “Repsol”.

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